Las cifras lo dicen todo. De las 4.621 empresas existentes en la capital cacereña a junio de 2020, solo 130 pertenecen al área de industrias extractivas o industrias manufactureras. De los 42.622 trabajadores que tiene la ciudad, únicamente 925 se encuentran vinculados a este sector. Por tanto, apenas 3 de cada 10 negocios (2,8%) y 2 de cada 10 trabajadores (2,1%) forman parte de la rama industrial, según las estadísticas de los Códigos de Cuenta de Cotización del Instituto Nacional de la Seguridad Social.

Una presencia realmente limitada que dice mucho del desequilibrio en la estructura económica de Cáceres, un desequilibrio arrastrado durante décadas. Y va a más, porque las dos únicas industrias de peso que perviven en el municipio también atraviesan problemas: la textil Induyco cerrará en febrero de 2021 y Catelsa, fabricante de componentes de automoción, está en problemas con un segundo ERTE y posibles despidos.

La capital cacereña, donde la agricultura tampoco tiene especial peso (solo el 4% de las empresas y el 2% del empleo) y la construcción de momento representa el 6,6% de las negocios y el 5% de los trabajadores en activo, no puede vivir de un abrumador predominio de los servicios. Puede, pero no debe poner los huevos en la misma cesta. Sobre todo porque el sector terciario no ha sido capaz de absorber la tasa de paro (la ciudad registra 9.373 desempleados). Y de momento, salvo la controvertida mina de Valdeflores, todos los proyectos que se barajan son servicios, como los parques comerciales y el centro budista. Incluso las fotovoltaicas sólo generarán empleo en su construcción.

UGT: Ecotarifa industrial

Miguel Talavera, secretario general de UGT FICA en Extremadura, reconoce que «Cáceres se ha quedado en terreno de nadie en el tema industrial, es un problema grave. Más teniendo la plataforma logística de Badajoz, que por su ubicación y sus salidas hará que cualquier proyecto empresarial grande que venga a Extremadura intente instalarse allí, y por el fomento que va a tratar de coger el parque empresarial de Navalmoral, sobre todo con el cierre de la central nuclear. Está bien comunicado y cerca de Madrid, con lo cual será otra competencia, y Cáceres queda en medio», analiza.

Desde UGT proponen una solución, «porque las empresas no van a caer del cielo, hay que atraerlas». Miguel Talavera recuerda que UGT ya propuso una resolución para sacar adelante la Ecotarifa Eléctrica Industrial, «de modo que la industria electrointensiva o de apoyo a la automoción tuvieran incentivos y por tanto condiciones más ventajosas para instalarse aquí. De este modo se aprovecharía la proliferación de campos fotovoltaicos, tratando de que parte del excedente de esa energía pudiera derivarse como acicate a las nuevas empresas», detalla.

El análisis

Desde CCOO también lamentan el cierre de industrias que además guardan ciertos paralelismos. «Waechtersbach e Induyco se crearon en los años 70, eran las primeras fábricas importantes que ofrecían trabajo al colectivo femenino, y en el caso de Waechtersbach incluía un centro de empleo para personas con discapacidad. Parece que al final siempre pierden los colectivos vulnerables», reflexiona María Berrocal, delegada comarcal de CCOO en Cáceres.

No obstante, considera que la situación de Catelsa es distinta: «Ha tenido un parón por la reducción de la producción de la automoción. Confiamos en que volverá a su actividad en cuanto el mercado se normalice. Se trata además una planta que ha sabido reconvertirse con la creación de miles de pantallas protectoras».

Según la delegada, «en general es un momento complicado para el mantenimiento de los puestos de trabajo», por ello destaca las ayudas de la Junta a todo tipo de negocios, «fruto del diálogo social», y el acuerdo de la UE para la reconstrucción. Además, considera que desde el ayuntamiento «se tiene que hacer un trabajo de búsqueda de empresas con cierto volumen, que al final son muy importantes para sostener el empleo».

Sin ningún plan

Por su parte, Pedro Rosado, secretario general de la Federación Empresarial Cacereña, recuerda que Extremadura «sólo ha tenido un plan de industrialización, el Plan Badajoz, una apuesta decidida por la profesionalización de la agricultura y por la industria agroalimentaria en los años 60. Todavía Badajoz vive afortunadamente de ese rédito, pero es que no ha habido más iniciativas similares en la región, y ninguna en Cáceres, ni con Franco ni con la democracia», repasa.

Por tanto, «la poca inversión privada que llega tira hacia donde encuentra mejores condiciones», y ahí viene el segundo problema. Por ejemplo, el proyecto de la mina de Cañaveral también ha anunciado su intención de ubicar la fábrica de baterías en Badajoz. «Extrañamente va a desplazar el litio a más de 100 kilómetros, con el coste que ello supone, porque quiere aprovechar la plataforma logística, parece ser que debido a la falta de infraestructuras en la provincia cacereña. Nosotros respetamos las decisiones empresariales, insisto, aunque se echa de menos un apoyo más decidido por parte de la Administración», subraya Rosado.

«No quiero hablar de agravios ni mucho menos levantar rivalidades, pero la realidad es que la inversión en infraestructuras en Cáceres no es la misma, no hay proyectos. Incluso el pequeño conato que supone el sector tecnológico en el campus, nos tememos que también se está desequilibrando por territorios. Necesitamos un desarrollo homogéneo», rubrica.

Un proyecto de ciudad

«Cáceres industrialmente se muere», sentencia el presidente del Círculo Empresarial Cacereño, Diego Hernández. Y no solo caen las grandes firmas, «también las pequeñas, y lo peor es que no se hace nada desde la Administración, hay poca voluntad para escuchar proyectos, salvo para poner pequeños parches que no sirven», lamenta.

El Círculo advierte que hay que comenzar a reactivar la ciudad. «El ayuntamiento debe gestionar esta labor y hacerlo del mismo modo que las empresas, es decir, si ya se ha demostrado que las soluciones aplicadas no sirven, hay que buscar el asesoramiento externo de auténticos profesionales. Cáceres depende de ello», urge Diego Hernández, que además recuerda «la mano tendida» de los empresarios a las instituciones

De hecho, el Círculo cree que lo más importante es realizar un proyecto de ciudad para saber por dónde encaminar el desarrollo. «Por ejemplo, se anuncian a bombo y platillo las fotovoltaicas y al final se montan con mano de obra de fuera porque los cacereños no han sido formados para ello», recrimina. Además, recuerda que no existe suelo industrial y que deben flexibilizarse los trámites para abrir nuevas empresas, «porque parece que en vez de emprender estás delinquiendo y tienes que defenderte continuamente».

Momento de cambio

El secretario general de la Cámara de Cáceres, Raúl Iglesias, también reconoce la importancia de la industria como «fundamental» para el empleo. «Solo lograremos atraer nuevas iniciativas con mejores infraestructuras, disponibilidad de suelo, facilidades fiscales para las industrias, y formación especializada y adaptada a las necesidades de los empresarios», detalla.

Como viene señalando la Cámara, «nos encontramos en un momento de cambio de paradigma en cuanto a las relaciones económicas y el posicionamiento de la provincia de Cáceres en la nueva economía». Es más necesario que nunca «apostar por la explotación del medio rural y natural» para dar entrada a emprendedores que aprovechen los recursos de la provincia, de cara a un nuevo tipo de negocios «sostenible y respetuoso con el medio», matiza Iglesias.

En este sentido, la Cámara está orientando sus proyectos hacia la innovación y la sostenibilidad del mundo rural, «de modo que además enfrentemos el problema del despoblamiento», sin olvidar la capacidad de crecimiento de los núcleos urbanos «a través del sector de las Tecnologías de la Información y Comunicación como motores del desarrollo de la provincia». Una transformación digital que, agrega, también se puede desarrollar mediante iniciativas emprendedoras en TICs en pequeños núcleos más saludables.

Un repaso a los referentes de municipio

El gran yacimiento minero

El complejo minero industrial de Aldea Moret concentró 12 pozos de extracción y 119 construcciones durante un siglo de abundante actividad (1864- 1960). Fue el barrio más bello de Cáceres con casas de influencia anglosajona, escuela, parque, cine, piscina..., todo ello rodeado de pozos y factorías prósperas. Al lado, también viviendas humildes de familias que vivían gracias al yacimiento.

La mina ha sido la mayor industria que ha tenido la ciudad por sus miles de empleos y por su influencia en la ciudad y en la provincia. Como ejemplo, motivó la llegada del ferrocarril inaugurado en 1881 por los reyes de España y Portugal. Tras su cierre, Cáceres ni siquiera ha mantenido este patrimonio salvo el Embarcadero, el Garaje y la mina Abundancia.

Waechtersbach se hizo añicos

La firma fue creada hace 180 años en Alemania por los príncipes de Ysenburg y Budingen. La quinta generación familiar abrió la filial en Las Capellanías a mediados de los 70, dedicada a fabricar vajillas de loza y complementos de mesa, que llevaba su impronta a las tiendas más refinadas del mundo. Llegó a ser la tercera industria de la ciudad por plantilla (180 empleados), volumen de negocio (5 millones de euros anuales) y producción (4 millones de piezas/año).

Pero la competencia asiática desató los problemas en los 80. Desde 2001 se sucedieron recortes y luego tres fuertes golpes: una suspensión de pagos y dos quiebras. Fue liquidada en 2007, con 90 empleados que lucharon hasta el final. La mayoría de los 150 acreedores apenas cobraron sus deudas.

Induyco cerrará en febrero

Induyco se irá de Cáceres en 2021 por la misma razón que vino en 1977: era una ciudad con mano de obra barata y poco reivindicativa, dos ventajas que están deslocalizando ahora la industria textil hacia países emergentes. Cuando desembarcó hace 43 años en Cáceres, supuso una gran oportunidad laboral para muchas mujeres que hasta entonces tenían pocas alternativas. Dentro bullían las máquinas que cosían miles de vestidos, pantalones, camisetas, blusas...

Llegó a tener unos 800 empleados dedicados a la confección de prendas del Corte Inglés, firma que compró el 100% del capital de Induyco hace 8 años. Ahora solo resisten 31 trabajadores tras un largo proceso de bajas incentivadas. En febrero cesarán todos, aunque el outlet seguirá abierto.

Catelsa: regulaciones y dudas

Fabricante desde 1973 de piezas de caucho y termoplástico para la industria del automóvil (Peugeot, Nissan, Renault, Toyota...), Catelsa está atravesando un momento delicado debido al covid, que tanto ha afectado a la actividad automotriz de su grupo (Hutchinson). Los cerca de 250 trabajadores de esta fábrica de Las Capellanías, la mayor de Cáceres, ya sufrieron un primer ERTE hasta el 30 de junio y ahora la compañía quiere prorrogarlo hasta diciembre. La plantilla sólo lo aceptará si se garantiza el mantenimiento de todos los empleos durante 5 años, pero el acto de mediación ante la Inspección de Trabajo ha sido infructuoso. Se prevé una caída de la facturación de un 20%, aunque el personal afirma que sigue trabajando a pleno rendimiento.