El trío La escalera de tijera recreó muy libremente La Celestina con muy poco de tragicomedia y mucho de clown, mimo y recreativa expresión corporal.

Escogieron los fragmentos que más se prestaban a la ridiculización burlesca, para mostrar sus increíbles habilidades circenses, a veces bien engarzadas en la acción dramática, pero otras, bien por su longitud o su incoherencia chocaban bastante.

Parecía que habían escogido un famoso texto clásico o preclásico como pretexto de lucimiento para su ágil expresividad gestual o corporal. Tres actores es un muy exiguo elenco para una larga lista de personajes, cambiándose cada dos por tres de personaje intercambiándose el mínimo trapo caracterizador, colocándoselo en la cabeza o en la cintura. Fueron demasiado lúdicos, explotando un juego muy irrespetuoso para con la famosa obra, e incluso para con el público, que se sentía mayoritariamente desconcertado, aunque algunos se reían como desahogo.

Un detalle de disputa entre ellos fue que desde el principio los tres querían ser Fernando de Rojas y de hecho reescribieron cada uno su obra, a veces sin ponerse de acuerdo y que el desarrollo de las escenas comparadas con la obra original, pura coincidencia, aunque al cambiar a su nuevo personaje, lo suplían con un cambio de voz, de tonalidad o de gestos característicos.

Solo una puerta era poco atrezzo para marcar espacios, pues, a pesar de los cambios de luz, muchas veces no se sabía si entraban o salían de qué casa en concreto.

De las pantomimas, las más logradas fue al principio la del halcón perdido y reencontrado en el jardín de Melibea, el del conjuro celestinesco a Plutón, hechizando el largo cordón y los ovillos que después los explotan como un juego malabar, como con los aros que se enganchaban y desenganchaban por arte de magia, así como con las monedas para Celestina, tiradas desde lejos, pero que ella conseguía encestarlas en un tarro.., otro tanto ocurrió con el malabarismo de los cuchillos, a pesar de que alguno se cayera, daba verdadero miedo su vertiginosa manipulación, para al final depositarlos como clavados en el cuerpo inerte de Celestina, asesinada por los muy interesados criados de Calixto.

Y pasados unos tres cuartos de hora salieron a saludar como dando por terminada la rara representación, seguidamente anuncian que prosigue su actuación para dramatizar el desenlace de la pareja con un final sorprendente y aún más chulesco pareció el no querer interpretar el lamento de Pleberio, el sufrido padre de Melibea.

Como originales salidas de tono los saludos pandémicos con el codo y un meteórico chocar de manos, así como el simpático trotar caballuno, que tenía su gracia, que algunos pocos celebraban riéndose, pero que al poco todos aplaudieron esta hora de rara osadía circense de este irreverente grupo extremeño.