Doce meses podría alargarse el proceso administrativo para que urbanísticamente pueda levantarse un centro budista en el cerro Arropé, situado junto al Cefot. La previsión la calcula el concejal de Patrimonio, José Ramón Bello, el hombre al que el alcalde, Luis Salaya, ha encomendado la gestión del proyecto más importante de la legislatura del joven dirigente socialista.

Bello explica que los planes del centro «están muy avanzados» y que en estos momentos se está redactando el proyecto, «que tiene que ir muy emparejado con la entrega de un documento urbanístico que permita la modificación del terreno», es decir, la ejecución de un Plan Especial.

Para entendernos, no es que ese plan permita que el actual suelo rústico de Arropé se convierta en urbanizable, sino de que contemple «una excepcionalidad», es decir, «que cumpla las condiciones especiales de ese tipo de construcción». En la actualidad, solo se aceptarían en la parcela municipal

instalaciones de carácter agrario, pero no el desarrollo de un edificio de estas características.

De todo ello se está ocupando un equipo amplio de expertos de Nepal y Cáceres. En la parte nepalí hay dos ingenieros, un jefe arquitecto y ocho arquitectos más. En España, el arquitecto que coordina la redacción es Tomás Vega Roucher, al que acompañan Francisco Acosta, Serafín Noguera y el ingeniero Santiago Hernández.

Equipo mixto

«Se trata de un equipo mixto, que está elaborando el proyecto arquitectónico y el Plan Especial», dice Bello. Luego deberá ser aprobado por la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento de Cáceres. ¿Y cuándo se dará ese paso? «Esa es la pregunta del millón», responde el concejal. Y recuerda: «Confiamos en que vaya lo más rápido posible. La modificación de Los Llanos de Cáceres para la instalación de las fotovoltaicas se ha prolongado doce meses. Nuestro imaginario es ese».

A juicio de José Ramón Bello, «lo bueno es que esto nace de una entente regional. Es verdad que ahora nos queda mucho trabajo por delante, pero merece la pena».

La parcela

La finca Arropé, situada pasado el puerto de las Camellas, en la N-630, es de titularidad municipal, aunque su gestión está consorciada con la Junta de Extremadura. Arropé supone la mancha de monte público más grande del ayuntamiento cacereño. Hasta hace unos años, abundaban los eucaliptos, pero la Junta ha cambiado esta especie alóctona por otras autóctonas y ha hecho una reforestación con encinas y alcornoques.

El cerro tiene 101 hectáreas. Está muy cerca del Cefot y a medio camino entre Cáceres y Valdesalor. El concejal ha explicado en varias ocasiones que se trata de un lugar «cercano y alejado, de nulo impacto visual» y que la construcción del templo no afectará en este sentido ni a la Torre del Trabajo, ni al Santuario de la Montaña ni a La Sierrilla. Eso sí, ha manifestado que «es mejorable» por la plantación «indiscriminada de eucaliptos» que se llevó a cabo en su momento, por lo que se intuye que habrá intervenciones ambientales.

El área está clasificada en el PGM como Suelo No Urbanizable de Especial Protección Masas Forestales y está dentro de la ZEPA Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes en una zona clasificada como de Zona de Uso Compatible que puede permitir la utilización de este tipo de actividad, tras su correspondiente Evaluación de Impacto Ambiental.

La estatua

En Arropé se instalará la gran estatua de Buda de unos 40 metros de altura (sumará 60 porque se asentará sobre una cueva; cuentan que es la más grande del mundo), las embajadas de las principales ciudades budistas orientales, un centro de meditación y el monasterio con las celdas para los monjes. El Proyecto Gran Buda prevé una inversión asiática privada de 40 millones de euros. La aportación del ayuntamiento se basa en la cesión de uso de la parcela.

De momento, y fruto del hermanamiento firmado en julio entre la ciudad de Lumbini y la de Cáceres, desde el pasado martes permanece expuesta una réplica de ese Gran Buda en el Palacio de Congresos, que es visitable. Se trata del Buda Mahar Karuna, una pieza de mármol de jade blanco valorada en más de medio millón de euros. Representa el estado de máxima tranquilidad espiritual. Porta un paraguas que simboliza la conexión con la divinidad, así como arroz, fruta y agua, en señal de agradecimiento por las buenas cosechas, la salud y los alimentos. Le acompañan las banderas de la paz del budismo, que enarbolan, entre otros, el viento y las montañas. Detrás de él, un cuadro como alegato de la unión entre Oriente y Occidente.

Desde su instalación, el Palacio de Congresos es un goteo de público. Antes de entrar miden la temperatura y tienen gel hidroalcohólico. La imagen permanecerá allí hasta diciembre. La ubicación es perfecta, porque puede verse tanto en el interior como desde el exterior a través de las cristaleras de la avenida de la Hispanidad, pero puede que se busque otra. En principio se habló del Palacio de la Isla, aunque fuentes cercanas a la Fundación Lumbini han explicado que no se descarta buscar otro lugar.