En el Embarcadero, el gran almacén de abonos de la vieja mina de Aldea Moret, hay fiesta matutina todos los miércoles. Allí, en el mayor edificio de la arqueología industrial de Cáceres, hoy foco empresarial y del nuevo conocimiento de la capital, revolotean 15 sueños. Justamente el de los alumnos que forman parte del curso de cocina que dentro del programa Crisol se realiza en estas instalaciones de Aldea Moret, creadas en 1956 y desde las que en su pasado floreciente se daba salida a las 5.000 toneladas de mineral que los pozos en explotación producían al mes, previamente enriquecido con ácido en las fábricas del mastodóntico complejo cacereño.

Ahora allí se produce comida. El convenio del Ayuntamiento de Cáceres y el Sexpe han hecho realidad las aspiraciones de alumnos camino del riesgo de la exclusión social porque les era difícil encontrar un empleo. El curso, que cuenta con el apoyo de Acción Contra el Hambre y que imparten expertos con titulaciones homologadas, habilidades y destrezas de cocina, ayuda a los jóvenes participantes a comprobar que por vez primera tienen perspectivas de incorporarse al mercado laboral.

«Aprenden que hay otro modo de vida, que deben cumplir un horario, que relacionándose con los demás hacen equipo», cuenta María José Pulido, concejala de Asuntos Sociales, que ayer, junto al edil de Turismo, Jorge Villar, asistió a una de las sesiones. Pulido salió de allí con las pilas cargadas porque vivió una de esas experiencias que merecen la pena.

Los chavales, muy motivados, disfrutan de esta beca por la que obtienen una remuneración. Es un triunfo en tiempos inciertos de coronavirus. Aprenden a ser camareros, jefes de sala, cocineros, a reponer material, a hacer la compra necesaria para atender a la clientela, a diseñar la carta de sus menús... Su estimulación siempre resulta contagiosa y su optimismo es digno de nota.

Todos los miércoles de 09.30 a 10.30 ofrecen un desayuno, que es gratuito. «Está riquísimo», comprueba Pulido entre cafés, tes, tostadas, catalanas, sandwiches y unas migas con huevos de codorniz que además de exquisitas en sabor lo están en presentación.

El programa Crisol tiene otros cursos: el de jardinería, el de arreglo de fachadas y el de limpieza. Son eminentemente prácticos, pero también incluyen teoría y conocimientos básicos para resolverse con solvencia en un trabajo.

En los últimos meses (más aún a raíz de la profunda crisis sanitaria y económica desatada por el covid) el empleo se ha convertido en una de las principales inquietudes de los españoles. Iniciativas de este tipo ayudan a la gente a ver que las oportunidades pueden dejar de ser una quimera.