Estos son los días del dolor. Como gritó Dylan Thomas, no, no entramos dócilmente en la noche y nos enfurecemos ante la muerte de la luz. Porque nuestra querida compañera Emilia era la luz, una luz potente capaz de alumbrar todo lo que estaba a su alrededor.

Todavía recientes las lágrimas y el adiós, su voz aún ronda por nuestro recuerdo. Momentos e imágenes, cada cual guarda en su corazón los suyos, se suceden como caen las hojas ahora en este otoño tan triste y no paran. Quizá entre todos hagamos un montón inabarcable de recuerdos. ¿Cuántas veces nos acarició con sus palabras? ¿Cuántas veces nos hizo un comentario cargado de sentido común? ¿Qué diremos de su sencillez? ¿Y de su cercanía? ¿De qué nos faltó hablar con ella?

Todos sus amigos y sus compañeros recordamos cualquier cosa que Emilia había dicho, esas cosas tan suyas que tantas risas nos arrancaron en los años que compartimos con ella. Un «no quiero hablar más» o «no voy a decir nada» de Emilia significaban una conversación de media hora. Ella era cariñosa como pocas personas, exuberante, hermosa, humana, dulce, extrovertida, gran conversadora, divertida y muy atenta con todos. Estaba al tanto de cómo nos iba a nosotros y a los nuestros: «Cuéntame, cuéntame. ¿Cómo sigue tu mami? ¿Qué están haciendo tus niños?». Hasta el último suspiro se ha interesado por todas nuestras cosas, con ese «a ver, cuéntame» que hacía que le abriésemos nuestros corazones.

La profesora Emilia Gutiérrez Caro dio mucho al IES Norba Caesarina, llegó muy joven y aquí desarrolló prácticamente toda su carrera docente. Emilia trabajó con denuedo y en la buena dirección. Creía en la capacidad de la educación para abrir las mentes y para conocer otras realidades y ese fue el rumbo con el que educó desde el departamento de Inglés; impulsora de la sección bilingüe y de varios proyectos europeos, luchó para que nuestro centro contara con experiencias educativas muy interesantes. Precisamente ahora mismo estaba coordinando el proyecto Erasmus + ‘Natural heritage, knowing is preserving: the best options for future’ (2019-2021). Emilia creía en estos proyectos porque brindaban la oportunidad de viajar y abrir las mentes de nuestros alumnos.

Cómo no iba a creer en las bondades del viaje quien disfrutó tanto recorriendo el mundo con Miguel, su marido, con Celia y Eduardo, sus hijos, y con sus amigos. Alegre y entrañable, sus conversaciones iban de los libros al cine, de los viajes a las trivialidades del diario.

También aprendieron con ella los miles de estudiantes que asistieron a sus clases de inglés. Comprendía que los niños y jóvenes son niños y jóvenes y necesitan moverse y aprender de otra manera. Siempre confiaba en las posibilidades de los alumnos más inquietos, sabía tratarlos y sacarles lo mejor de sí mismos. Era cercana y generosa, ‘easy going’, como dirían los jóvenes. Más allá de limitarse a impartir contenidos, Emilia educó con su saber y con su saber estar, sin más.

Todo cambió cuando nos llegó la noticia. Parafraseando al poeta, el día se volvió otro, la tristeza invadió los corazones y hubo un claro pánico hacia los tranvías, se desató el frío y la noche vino pronto, y se encendieron amarillos y cálidos faroles, y nadie pudo impedir que al final amaneciese el día de hoy, tan parecido, pero ¡tan diferente y tan triste!

Nunca es buen momento para morir, tampoco ahora que la muerte se ha vuelto algo frecuente. No nos vamos a olvidar. Ahora es el momento de acordarse, de volver a estar una vez más con Emilia, de escuchar su voz en nuestro corazón, de recogerse. De despedirte, Emilia, porque ha llegado el momento de la nostalgia.

La comunidad del Norba no será la misma sin la luz de nuestra Emilia. Sin duda será un lugar más triste y frío. Va a ser muy difícil aceptar que no volveremos a verla entrando o saliendo deprisa, que no tropezaremos con ella o que no llegará a la sala de profesores o al departamento y nos revolucionará a todos. Solo nos queda seguir con nuestro trabajo y tratar de recorrer el camino que ella nos mostró. Solo nos queda seguir recordando sus cosas, las cosas de Emilia, capaces de dibujar una sonrisa en la noche más oscura.