Hace tres semanas, el Gobierno dio luz verde a la segunda fase de la restauración de la muralla cacereña. Pero este paso… ¿qué significa realmente? En concreto, tres avances muy importantes para la fortaleza que da sentido a Cáceres como tercer conjunto mejor conservado de Europa. Primero, con la nueva fase ya se habrá restaurado aproximadamente un tercio de los elementos que forman la muralla. Segundo, estos elementos de la primera y segunda fase figuran como los más deteriorados y los que presentan las necesidades más urgentes, por tanto los de mayor riesgo. Y tercero, la segunda fase incluye dos torres excepcionales, Aver y Redonda, que son perfectos modelos de cómo construyeron los árabes su fortaleza, porque apenas han tenido intervenciones posteriores.

La Comisión Mixta del 1,5% Cultural del Gobierno ha dado luz verde a la restauración de este tramo suroccidental, al que aportará 850.150 euros (70%), que se completarán con 364.350 euros del ayuntamiento (30%), hasta sumar 1.214.500. Hace una década, un estudio integral de la muralla coordinado por el arquitecto Miguel Matas disparaba las alarmas: detectó más de mil patologías en sus 1.174 metros de perímetro. De ahí la importancia de esta inyección.

Posible acceso

En la segunda fase existe además un atractivo añadido que está por precisar: tanto en el Plan Director de la Muralla que recoge al detalle el SIG municipal, como en la presentación del mismo realizada en 2016 en el Museo de Cáceres, se contemplaba la posibilidad de abrir al público el acceso a las dos torres albarranas de esta fase, Redonda y Aver.

Además, el propio alcalde ha anunciado que «el objetivo es restaurar, reparar los daños y patologías, recuperar algunos elementos preexistentes, investigar y recuperar la arqueología de la zona, iluminar, divulgar, y en la medida de lo posible, estudiar posibles accesos a la zona». Eso sí, aclaró que «no se expropiarán inmuebles».

Primer subtramo

Si pasamos a analizar al detalle la segunda fase, observamos que está formada por dos subtramos. El primero, en el adarve de la Puerta de Mérida, de unos veinte metros de longitud, incluye un lienzo de muralla, un cubo adosado o torre de flanqueo, una torre albarrana con su paso albarrano (la torre Redonda, que en realidad es ochavada), y un trozo de barbacana o primer muro defensivo. Se trata de una de las franjas más ampliamente visibles de la muralla, que ha resistido hasta hoy en su formato original. De hecho, la torre Redonda, junto con el Aver y el Horno, pueden considerarse las más autóctonas y originarias por las escasas actuaciones que se han realizado sobre ellas durante centurias.

La Redonda, de comienzos del siglo XIII, se apoya sobre un antiguo bastión romano y está levantada en tapial. En realidad es cuadrada en su base (6 metros de largo) y pasa a forma octogonal mediante en biselado de las cuatro esquinas. Su altura sobre la muralla alcanza 6,7 metros y su almenaje incorpora algunas saeteras.

Respecto a esta torre, el Plan Director de la Muralla plantea la necesidad de eliminar la vegetación de los paramentos, ejecutar drenajes, recuperar mampuestos, morteros y volumen de muro de tapial, reparar fisuras y grietas, rellenar oquedades, reconstruir merlones y saeteras, y restaurar la terraza y el paso albarrano.

Segundo subtramo

El segundo subtramo, de unos 40 metros, se sitúa a lo largo del adarve del Padre Rosalío, hasta aproximadamente la zona del restaurante Los Golfines. Está separado del anterior por un edificio que en su día sustituyó a la muralla. Alberga prácticamente los mismos elementos: un tramo de muralla, un cubo adosado, una torre albarrana (Aver) con su paso albarrano, y las barbacanas (murallas exteriores auxiliares).

La torre del Aver, vista por el Postigo, se encuentra en muy mal estado, llena de oquedades y fuertemente afectada por las inclemencias de los siglos (salvo en su parte inferior de sillares romanos). Sin embargo, ofrece una de las morfologías más representativas de la forma de construcción original de los almohades. Aún se aprecian algunos restos del revoco de cal que la cubría a modo de protección. En resumen, si se quiere tomar un modelo de torre albarrana tal y como las edificaban los árabes, el Aver sería sin duda un perfecto ejemplo.

FRANJA DE LA TORRE DEL AVER: De unos cuarenta metros, se sitúa en el adarve del Padre Rosalío. Consta de un tramo de muralla, una torre de flaqueo, la torre del Aver con su paso albarrano y las barbacanas o murallas exteriores.

Los lienzos de muralla que se incluyen en este subtramo se encuentran francamente deteriorado y necesitan una actuación urgente de consolidación y restitución, según describe el plan director, que además plantea diversas actuaciones en la propia torre del Aver, muy similares a la Redonda: recuperación de mampuestos y volumen de muro de tapial; eliminación de vegetación, fisuras y grietas; relleno de oquedades; ejecución de drenaje; restauración de la terraza...

No obstante, una cosa es lo que plantea el Plan Director, redactado en 2016 a modo de gran guión sobre lo que necesita la muralla, y otra cosa es el proyecto de obra definitivo. Aunque lógicamente tendrán mucho en común, algunos aspectos pueden diferir. Por ejemplo, el plan director proponía el vaciado de la torre de los Pozos en la primera fase, que no se ejecutó.

Este proyecto tendrá que ser ahora contratado de forma urgente por el ayuntamiento cacereño para entregarlo al Gobierno en solo tres meses y recibir la aprobación final, que a su vez dará vía libre a la contratación de la obra.