El ayuntamiento para los trámites para el traslado del mercadillo por la crisis sanitaria. Sigue manteniendo Charca Musia como nueva ubicación, pero ya se ha reunido con los comerciantes para comunicarles que, de momento, «no hay dinero» para afrontarlo; no hay fecha para hacerlo efectivo.

El ayuntamiento se había marcado el traslado del mercado franco como una prioridad y de hecho su previsión inicial era que a principios de este año estuviera ya en Charca Musia, pero de momento ni siquiera se ha cerrado el proceso administrativo. «No hay novedades. La pandemia lo ha ralentizado», aseguraron ayer desde el ayuntamiento. La parcela necesitará además ser urbanizada, ya que el objetivo del consistorio es que esta sea ya la situación definitiva del mercadillo, para evitar tener que volver a trasladarlo dentro de unos años como ha venido sucediendo hasta ahora.

Hasta que el cambio de ubicación sea una realidad se mantendrá en Vegas del Mocho, donde acaba de cumplir nueve años (anteriormente estuvo 13 años en Ronda de la Pizarra). Pero no podrá mantenerse en la barriada de Mejostilla por mucho tiempo._Aquí ocupa parcelas privadas que ya han sido reclamadas al ayuntamiento por sus propietarios para comenzar la construcción de viviendas, por lo que el traslado no puede demorarse mucho más. Además los comerciantes llevan desde que se mudaron a este nuevo espacio solicitando marcharse del mismo debido a lo alejado que se encuentra del centro de la ciudad, lo que ha influido, aseguran, en el descenso de la clientela.

Cuando el gobierno de Luis Salaya comenzó a plantearse el traslado primero barajó la posibilidad de llevarlo a una parcela de Casa Plata, pero se encontró con el rechazo de los vecinos, lo que les obligó a dar marcha atrás en la decisión. La barriada llegó incluso a realizar una manifestación en contra de que la actividad ambulante se llevara a un espacio cerca de sus casas. Les apoyó la agrupación vecinal que ha defendido siempre que el mercadillo se sitúe en un espacio alejado de las viviendas para evitar trasladar el problema de un barrio a otro. Para ellos la mejor situación sería el recinto ferial porque cuenta con los servicios necesarios: cuartos de baño, luz y agua. Sin embargo, el ayuntamiento descarta esta ubicación por el coste que supondría llevar hasta allí el autobús urbano cada miércoles.

En una situación crítica

El parón en el proceso para el traslado se produce en un momento crítico para los comerciantes. Los mercadillos están cerrados (solo pueden instalarse los puestos de alimentación) desde hace dos semanas en la región en las ciudades de más de 5.000 habitantes por el avance del coronavirus y los ambulantes están ahogados. «Estamos desazonados, no entendemos por qué no podemos abrir si nuestra actividad es al aire libre», asegura el portavoz de los ambulantes en Cáceres, Joaquín Jiménez.

En estos momentos en la capital cacereña solo están abiertos unos 50 puestos, una cuarta parte de los que forman el mercadillo. Y a muchos ni siquiera les compensa venir a la ciudad porque las ventas son mínimas. «Como el mercadillo no esté entero va muy poca gente», afirma el portavoz. Los vendedores continúan, se queja, pagando las cuotas a los ayuntamientos. «Nosotros pagamos pero no nos dejan trabajar. No podemos más, muchos van a tener que dejar sus puestos porque no pueden afrontar los pagos», insiste. Y asegura que, si se mantienen cerrados, harán movilizaciones.