Buscan lugares con poca visibilidad y con difícil acceso para los vehículos, de modo que la policía tiene que acercarse a pie y da tiempo a emprender la huida. Aun así, muchos acaban con un buen susto y con una denuncia. La Policía Local ha desarticulado en las últimas semanas tres botellones con numerosos jóvenes en la periferia de la ciudad, que contravenían la normativa contra el covid y en los que no siempre se guardaban las normas de distanciamiento ni de uso de mascarillas. De momento se ha actuado en el Pozo de la Nieve del Paseo Alto, en la Dehesa del Conejero (próxima a Macondo) y en la Fuente del Corcho (cerca de San Marquino), pero este diario ha podido saber que los encuentros multitudinarios también se producen en el entorno de la Montaña y la Sierrilla.

Aunque la Ley 5/2018 de Prevención del Consumo de Bebidas Alcohólicas en la Infancia y la Adolescencia ya recogía la prohibición de beber en la vía pública, quedaban al margen algunos lugares de esparcimiento fuera de la trama urbana, como el ferial. Por ello, el pasado 17 de julio, el ayuntamiento prohibió expresamente el botellón en toda la ciudad para evitar aglomeraciones que pudieran favorecer el contagio. El alcalde, Luis Salaya, firmó esa resolución como medida preventiva basándose en las recomendaciones sanitarias. Desde entonces el consistorio viene lanzando mensajes de responsabilidad a los jóvenes y ha reforzado la vigilancia en las zonas donde normalmente se realizan estas prácticas, como el ferial, el Olivar Chico o la explanada de la Montaña.

Las sanciones

Entre el 1 de enero y el pasado fin de semana se han interpuesto en Cáceres 29 denuncias a personas que participaban en 5 botellones. Un total de 8 eran menores de edad. En general, según los datos facilitados por el ayuntamiento, la Policía Local ha tramitado 263 denuncias desde el 1 de enero en la capital cacereña por distintas infracciones relacionadas con las medidas preventivas frente a la pandemia. La mayoría, un total de 99, se han interpuesto por contravenir la obligatoriedad de utilizar la mascarilla. Otras 90 se corresponden con el incumplimiento del toque de queda. Además, 35 han sido por no contemplar las medidas de cautela exigibles, y 27 por realizar actividades prohibidas en estos momentos.

Pozo de la Nieve, en el Paseo Alto, otro de los lugares frecuentados. / JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

En cuanto a los botellones, no son excesivos pero sí preocupantes. Tres de ellos se han desalojado en veinte días. El sábado 23 de enero se interceptó a un grupo de 15 jóvenes que bebían en el Pozo de la Nieve del Paseo Alto, un edificio semiderruido con una peligrosa oquedad en su interior. Había varios menores de edad y estaban tomando alcohol.

Entre 14 y 16 años

Al siguiente sábado, 30 de enero, la Policía Nacional y Local dieron al traste con otro botellón en una casa abandonada entre Macondo y Las Capellanías, donde unos 50 chavales se divertían en el paraje ‘Dehesa del Conejero’. Al ver llegar a los efectivos policiales (el estado del camino les obligó a desplazarse a pie) huyeron por los caminos y por la vía, pero los agentes identificaron a una veintena de ellos. Tenían entre 14 y 16 años. La policía inspeccionó el interior y comprobó que había botellas de refresco, aunque no localizó ninguna de alcohol.

Instalaciones derruidas entre Macondo y capellanías, donde se ha desalojado a un grupo de 50 adolescentes. / JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

También el viernes, 12 de febrero, la Policía Local identificó a ocho jóvenes que hacían botellón en la Fuente del Corcho, en el entorno de San Marquino. Algunos huyeron pero dos patrullas consiguieron localizar a varios, que recibieron una denuncia por consumo de alcohol.

El último grupo se localizó en este paraje cerca de San Marquino./ JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

«Los jóvenes se reúnen en lugares poco visibles y accesibles. Normalmente son los vecinos quienes avisan a la Policía Local y les estamos muy agradecidos, lo que ocurre es que a los agentes les resulta complicado llegar con rapidez a esos lugares, y mientras intentan huir. Durante los últimos fines de semana ha habido sucesivos desalojos, pero además de esos espacios también se intentan meter por los puentes de las rondas, el Olivar Chico de los Frailes y zonas de la Sierrilla y la Montaña», explica Andrés Licerán, portavoz del Gobierno local y edil de Seguridad.

El Olivar Chico, enclave muy visitado por los jóvenes y ahora vigilado. / FRANCIS VILLEGAS

Licerán entiende que los jóvenes «tratan de buscarse una solución de ocio», pero recuerda que esa opción «no es compatible con la situación de pandemia que estamos atravesando y sufriendo ahora». Porque en el botellón no solo se bebe alcohol, «un hábito poco aconsejable», es que también «se reúnen más personas de lo permitido, se relajan, se quitan las mascarillas y dejan de guardar las distancias». De hecho, la policía acude a desalojar a grupos beban o no alcohol, al estar incumpliendo las normas sanitarias contra el covid.

«El gran problema es que pueden contagiarse entre ellos e incluso llevar el virus a sus casas, donde muy posiblemente convivan con familiares de más edad e incluso con personas de riesgo», subraya el edil.

«No es una situación fácil», agrega. «Entendemos la dificultad que supone tener a adolescentes en casa y mentalizarles contra ciertas actitudes, pero hacemos un llamamiento a los padres y madres para que intenten concienciarles de que en estos momentos hay que ser especialmente rigurosos con estos temas, y que cada chaval debe hacerse responsable de sus actos», matiza Licerán.

Fuente Fría e inmediaciones, un clásico de las pandillas./ FRANCIS VILLEGAS

Porque no todos incumplen, ni mucho menos, pero los grupos de botellón siguen viéndose en lugares recónditos. En realidad lo que observan los vecinos son jóvenes caminando en una misma dirección provistos de bolsas, e incluso disfrazados durante el Carnaval. Algunos suben con frecuencia por Fuente Fría camino de las peñas de la falda de la Montaña. «Ayer mismo pasaron hacia el Higueral. Quedan hacia las seis y media, y suben juntos», explica Juan, un vecino de una huerta del Marco. También frecuentan el entorno de San Marquino. «Han llegado a ponerse en las escaleras del barrio y en el parque de Concejo. Los mismos vecinos recogemos la basura camino de la Fuente del Corcho», lamenta la presidenta, Clara Rodríguez.

La subida a la Sierrilla ofrece rincones ocultos ahora concurridos. / FRANCIS VILLEGAS

En la Sierrilla, suben por la carretera de los depósitos y se quedan en los alrededores, en ubicaciones a las que no pueden llegar los coches patrulla. Llevan incluso linternas para permanecer hasta el toque de queda, y en algún momento han llegado a utilizar el parque de la urbanización. «Entendemos que los jóvenes deben salir, pero nos preocupa que no respeten las medidas sanitarias en estos encuentros y que eso ocurra al lado de nuestras casas, donde hay personas mayores inquietas por esto», señala Francisco Javier Bermejo, presidente vecinal de Sierridós.

En general, la zona oeste ya se convirtió en la preferida de muchos chavales incluso antes de la pandemia, por sus zonas verdes y abiertas para reunirse con o sin alcohol. Urbanizaciones como El Junquillo, Macondo, Castellanos, R-66 y La Sierrilla forman parte de una especie de ‘corredor’, menos activo en los últimos meses por la pandemia, salvo estos casos excepcionales.