«Lo primero que hay que dejar claro respecto a los botellones y encuentros no permitidos en plena pandemia, es que gran parte de la población, jóvenes o adultos, se muestra responsable con los suyos y con la sociedad, de modo que no realiza estos actos porque no quiere que los demás enfermen». Así lo explica Guadalupe Andrada, psicóloga clínica y preventiva, y presidenta de la Fundación INPA (trabaja con jóvenes en distintos puntos de Extremadura), cuando se le pregunta por las motivaciones que llevan a algunos chavales a saltarse las normas contra el covid. «La mayoría se protege y protege al resto, no solo a su familia, pero luego hay una minoría de todas las edades que se expone al contagio, por ejemplo a través de este tipo de fiestas», indica.

Quienes actúan de este modo tienen unas características muy concretas, que detalla la psicóloga. «Primero, sean jóvenes o adultos, están faltos de empatía y no les importa la salud de sus familias ni de los demás, no sienten dolor por el sufrimiento ajeno ni tampoco alegría por su bienestar», detalla Guadalupe Andrada, recordando las impactantes cifras diarias de víctimas del covid.

«Además, estas personas presentan una inmadurez cognitiva y de raciocinio que les lleva a una escasa capacidad de juicio y de razonamiento». En tercer lugar, son cortoplacistas, «quieren la gratificación a corto plazo sin mirar las consecuencias de sus actos inmediatos», afirma.

Por todo ello, suelen ser también personas «con una autoestima muy baja que consideran que ganan valor ante los demás si realizan actos prohibidos o transgresores. Normalmente hay uno o varios líderes que organizan estos encuentros, y que son admirados por otros con poco espíritu crítico y con mucha necesidad de pertenencia al grupo», concluye la profesional.