La Asociación Amigos de la Ribera del Marco se creó en 2016 gracias al empeño de Pedro Moreno cuyo objetivo en la vida es que el río de Cáceres sea declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, un título que ostentan lugares como el Teide o Doñana. Suena a quimera, pero es posible si los cacereños y las administraciones ponen la voluntad necesaria para que se recupere este privilegiado entorno natural conservando las huertas y llevando a cabo un proyecto mosaico que incluya lugares de ocio y esparcimiento.

La Ribera nace en el Calerizo y a lo largo de sus siete kilómetros acumula piedras con fósiles vegetales que merecerían su respeto, conservación y catalogación. Desde su caudal originario en la Fuente del Rey (frente al Palacio de Justicia) hasta su desembocadura en el Guadiloba, siempre fue hermana de Cáceres. Las cosas cambiaron primero en los 60 cuando se proyectaron tres pozos en la cerca de San Jorge (en las inmediaciones del actual Espacio para la Creación Joven) que taladraron el Marco, y luego en los 70 tras la aparición de los supermercados, que siempre dieron la espalda al potencial de los productos autóctonos que cultivaban nuestros hortelanos.

Esos tres pozos, interconectados, dieron de beber a Cáceres hasta que en 1971 se inauguró el pantano del Guadiloba. Hoy continúan en activo y de ellos se toma el agua para regar el parque del Rodeo o las vías públicas de la capital.

Se puede lograr el título de la Unesco siempre y cuando la Ribera se embellezca y se libere de contaminación. Un primer paso es el proyecto de ampliación de la depuradora que afrontará la Confederación Hidrográfica del Tajo, responsable del cauce. Pero es necesario avanzar. La iniciativa tiene de su lado una aliada imprescindible: el agua. Y mientras siga habiendo agua este lugar es un paraíso.

Olmedas

En la Ribera pueden levantarse olmedas junto al arroyo, a las que los cacereños acudirían sin dudarlo con su almuerzo los domingos, o recuperar la piscina natural que hubo en Concejo o en la Fuente del Marco y en cuyas aguas limpias y cristalinas los vecinos de los años 50 se bañaban en los días calurosos de verano. Para ello no habría que quitar esos pozos sino trabajar en la limpieza de un área castigada por el abandono.

De hecho, la Asociación de Amigos de la Ribera ha presentado a los presupuestos participativos del ayuntamiento una propuesta para que la Fuente del Rey se recupere como lugar emblemático al ser el nacimiento exacto del Marco. Eso implicaría su adecentamiento, la instalación de un mecanismo automático a modo de surtidor para que el agua discurriera sin las barreras que hoy provocan los juncos, especie autóctona aunque invasiva que está chupando el manantial.

La obra dotaría de equilibrio este bello lugar en el que no se actúa desde 2009, pero habría que empezarla ya, antes de que los peregrinos, coincidiendo con el Año Jacobeo, comiencen a atravesar Cáceres, paso obligado de la Vía de la Plata camino a Santiago de Compostela.

El agua dulce es todavía la gran desconocida de la península ibérica porque la gente sigue mirando a la playa. Pero la pandemia ha cambiado esa forma de mirar, y el destino de interior gana adeptos. Es, sin duda, la oportunidad de un Cáceres que tiene que descubrir su legado y hacer de él una fuente de riqueza. La Ribera, con rincones que ni siquiera los propios cacereños imaginan, dispone de un potencial inmenso.

Ahora, con las obras de la Ronda Este a punto de concluir, la asociación ha iniciado una campaña de plantación de árboles que trata de armonizar con el entorno esta mastodóntica obra de ingeniería civil. De momento, han comenzado con encinas y alcornoques en las barreras del Amparo, un camino que se inicia en el alto de Fuente Fría y que se desvía por el sendero que sube a la Montaña. El próximo otoño le tocará el turno a La Dehesilla, finca que está enfrente de los juzgados a un lado y otro del puente de la ronda. La intención es llenarla de almendros. «Cada año, cuando florezcan, eso será una fiesta», indica Pedro Moreno.

Entretanto, el cauce de la Ribera, luce precioso. Hace unos días, vecinos de San Francisco y voluntarios limpiaron la zona, donde asoman los lirios en Fuente Fría. Durante mucho tiempo la maleza invasora no permitía ver estas flores autóctonas con las que hace tres años repoblaron la orilla de la Ribera del Marco.

Es uno más de los atractivos de este paraje natural. La planta es originaria de la charca del Marco, (lo documentó en 1937 el profesor Abilio Rodríguez Rosillo) y en el 2016 el biólogo Juan Ramos Sánchez logró recuperarla dentro de una actividad que llevó a cabo con sus alumnos del IES Norba Caesarina.

Ahora, el río de Cáceres vuelve a presumir de lirios y lo hace con todo su esplendor esperando a que la Unesco algún día la eleve al alto lugar que merece.