El covid está siendo si cabe más desolador en los barrios, donde lo vecinos se conocen y por tanto asimilan la auténtica dimensión de la pandemia a medida que van conociendo los contagios y las muertes. Por esa misma razón, no son pérdidas anónimas, son personas con nombre y apellidos que se quedan en la memoria colectiva. La parroquia de San Eugenio, en Aldea Moret, que ha estado especialmente implicada en atender las necesidades del barrio durante este año tan aciago tanto en los sanitario como en lo económico, va a dedicar un reconocimiento muy especial a los que se han ido, pero también a los que han ayudado a amortiguar las consecuencias.

La fuerte simbología del monumento de Semana Santa supondrá un homenaje a todos ellos. Los vecinos ya se han puesto manos a la obra porque quieren significar con este gesto la magnitud de lo que se ha vivido. «Habrá un mural de unos tres metros en el que estamos incorporando las fotografías de los vecinos que nos han dejado desde marzo de 2020 a marzo de 2021, que han sido 73. Aproximadamente unos 40 han fallecido a causa del coronavirus, porque la media de funerales en Aldea Moret es de 30 anuales, pero queremos que estén todos, porque todos se han marchado en este año tan especial», explica Miguel Ángel González, párroco de la barriada.

Los que se la jugaron

Además, los vecinos sumarán a este monumento fotografías de las personas que han estado luchando en primera línea contra el covid, personas con nombres y apellidos: sanitarios, farmacéuticos, fuerzas de seguridad y otros profesionales y voluntarios que han trabajado por los demás en momentos tan difíciles», subraya el sacerdote. Todos ellos serán la parte más visible de este altar que permanecerá expuesto desde Jueves Santo hasta Viernes Santo en el centro pastoral Jesús Obrero de Aldea Moret, que además incorporará la simbología propia de Semana Santa: flores, candiles, una escultura de la Última Cena, la Piedad, el Buen Pastor, los clavos y la corona de espinas, y la jofaina del lavatorio de pies.

Y es que la parroquia de San Eugenio ha sido una mano tendida a los vecinos en el año más difícil que se recuerda. A través de ella se han canalizado ayudas a hogares golpeados por la pandemia y por las graves consecuencias económicas que se han derivado del cierre de los establecimientos. Así, la comunidad parroquial ha atendido necesidades de alimentación, pago de recibos, alquileres e incluso averías en electrodomésticos básicos. También ha prestado ayuda en trámites administrativos esenciales para algunos vecinos.

«Los primeros meses fueron de absoluto desconcierto, no sabíamos a lo que nos enfrentábamos y las pocas informaciones llegaban por el boca a boca, así fuimos conociendo las consecuencias de la pandemia en el barrio y empezamos a organizarnos», relata el párroco. Y ello fue posible mediante la «impresionante respuesta» de personas particulares de Aldea Moret y de otros puntos de la ciudad, al conocer la dura situación que vivía la barriada en pleno confinamiento.

«Gracias a estas personas que se comprometieron a ayudar a los demás pudimos afrontar los gastos, y no solo eso: hemos creado un fondo covid para seguir atendiendo estas necesidades y también para disponer de una reserva de cara a futuras emergencias, que desgraciadamente pensamos que habrá mientras continúe la crisis económica», reflexiona Miguel Ángel González.

Los que ayudaron

Donativos que permitieron dar aliento en un momento muy difícil, cuando los despidos y ERTES afectaban a tantos vecinos. Por ejemplo, la empresa Catering Pajuelo se puso en contacto con la parroquia para entregar decenas de menús diarios a las familias, en los que incorporaba complementos de cena para los hogares en los que vivían menores, y así lo hizo hasta finales de julio. Del mismo modo, la empresa Cohidrex cedió la cuantía íntegra del premio ‘Extremadura Empresarial’ al barrio, que ascendió a 4.000 euros. También Radio Herreruela entregó una gran cesta navideña para Cáritas, fruto de un amplio recorrido por los municipios del entorno, muy solidarios.

En suma, entre unos y otros gestos, la parroquia recibió por ejemplo durante las tres últimas semanas de abril 47 donativos. Y así, la iglesia del barrio, que había gastado en un mes más que en todo 2019, pudo llegar a los distintos frentes. «Por eso necesitamos hacer este homenaje en recuerdo de los fallecidos, pero también en reconocimiento a tantas personas que se han volcado en la pandemia», señala el párroco.

De los peores momentos se han extraído algunas experiencias que se han incorporado al día a día, como por ejemplo la creación de un grupo de WhatsApp a través del que la parroquia informa puntualmente de todas las iniciativas, necesidades, actos y horarios. «Ahora trabajamos conectados», destaca el sacerdote.

Esta experiencia también permite adelantarse a los acontecimientos. «Ahora mismo las necesidades se han reducido, la petición de nuevas ayudas se ha frenado, pero existe una sensación general de incertidumbre, por eso tenemos el remanente del fondo covid a la espera de cómo salgan las cosas», revela el párroco.