Desde su testamento, hasta los perfumes que usaba pasando por desmontar la leyenda negra de su falta de higiene. Son algunos detalles de la vida privada de Isabel la Católica que conforman el Archivo Histórico de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, con sede en Cáceres cuya digitalización se presentará mañana vía zoom (https://us02web.zoom.us/j/89952713636) en un acto que presidirá la directora de la Real Academia de Historia, Carmen Iglesias, acompañada del presidente de la Fundación Teodoro Sánchez-Ávila. En la cita intervendrán igualmente la académica Carmen Sanz Ayán y el director académico de la Fundación, Álvaro Matud.

El archivo histórico de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno se conserva en el Palacio de los Golfines de Abajo en Cáceres, que se abrió al público como museo en 2015 y ha sido visitado por más de 80.000 personas. En una de sus salas se expone una selección de documentos del archivo, que cuenta con más de 9.000documentos, los más antiguos datados en el siglo XIV.

Cubierta de un volumen.

El archivo digital permite el acceso libre a la imagen de todos los documentos con una gran calidad visual

El archivo es principalmente administrativo y se organiza en diferentes secciones que corresponden con las ciudades de donde proceden los documentos: Ávila, Baeza, Belalcázar, Valencia, Cáceres, Córdoba, Granada, Madrid, Salamanca y Trujillo. 

Tras nueve años de trabajo de un equipo de profesionales de la Fundación digitalizando los documentos, con el asesoramiento externo de los expertos de la Real Academia de la Historia y una importante inversión económica exclusivamente propia, el archivo digital permite el acceso libre a la imagen de todos los documentos con una gran calidad visual en la siguiente dirección: www.archivohistorico.es, que próximamente estará integrada en las web de la fundación y el palacio de los Golfines.

Interés histórico

Para el profesor Miguel Ángel Ladero Quesada, catedrático y académico de la Real Academia de Historia, el mayor especialista en historia de la Corona de Castilla durante los siglos XIII a XV, estos libros de cuentas son un documento importante, del que existe solo otro ejemplar en el Archivo de Simancas: “Creo que es de lo más importante, desde el punto de vista de la historia general, que hay en el archivo de la Casa de los Golfines”, señala.

El hecho de que no se hayan perdido estos libros, tras cinco siglos de vicisitudes históricas, lo explica así el profesor Ladero Quesada: “Que un antepasado fuera el camarero de la Reina Católica y guardar esa documentación era un motivo de orgullo y de honra ante el resto de la sociedad”.

Un archivo disputado

Precisamente el archivo fue objeto de la querella que unos parientes lejanos de Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, sin tener la condición de familiares con derecho a herencia, interpusieron contra la Fundación como su heredera y depositaria del archivo. Dicha querella fue sobreseída por el Juez de Instrucción y archivada definitivamente el pasado mes de diciembre por la Audiencia Provincial de Madrid, por haberse demostrado la plena capacidad de Tatiana al redactar sus sucesivos testamentos y erigir la fundación donataria del archivo.

Las cuentas de Isabel la Católica

Entre los fondos del archivo destacan, sin duda, las cuentas de Isabel la Católica, que pasaron a formar parte del legado familiar a la muerte de la Reina, a través de Sancho de Paredes Golfín, que fue el Camarero de la reina Isabel desde 1484, sucediendo en el cargo a su suegro, Martín Cuello, de quien aprendió el oficio, como explica una reciente tesis de Juan Ignacio Panizo. 

Sancho, que como camarero era el encargado del bienestar material de la reina,optó por introducir una importante novedad, como fue dejar por escrito todo lo que tenía que ver con sus responsabilidades: los objetos personales de la Cámara de la Reina (dependencias privadas), sus joyas, obras de arte, vestidos, mobiliario para la capilla o para los apartamentos privados. Gracias a esta contabilidad, los ingresos y las salidas quedaron respaldados por documentos oficiales.

Esta pionera práctica administrativa de transparencia que introdujo Sancho de Paredes fue un importante avance para el buen gobierno de la Corona y de gran utilidad a los encargados de ejecutar el testamento de la reina para gestionar la liquidación de sus bienes después de su muerte. Posteriormente, el libro pasó a la Contaduría de Cuentas. 

Finalizado este proceso administrativo, Sancho de Paredes recibió el finiquito por los servicios prestados a la Reina hasta su muerte y se le devolvieron sus libros de cuentas, que encuadernó cuidadosamente y conservó en su archivo. Después pasaron de generación en generación, hasta constituir ahora una parte importante del Archivo digital que se guarda en la Fundación, como legado de Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.

Los secretos del tocador de la Reina 

En el libro noveno de las Cuentas se detallan, en ese minucioso conteo de todos los gastos de la Reina, los perfumes y cosméticos que usaba. Sancho de Paredes y su esposa, Isabel Cuello, se hacen cargo de ellos, como correspondía a su oficio de camareros, en distintos momentos: en Madrid el 26 de mayo de 1499, en Granada en 1500 y 1501, y en Medina del Campo el 8 de julio de 1504, poco antes de fallecer la Reina.

Los productos estrella que formaban parte de los “cosméticos de uso real” provenían a veces del Lejano Oriente. Entre los más destacados se encuentran: 

-Algalia: sustancia untuosa, de olor fuerte y sabor acre que se emplea en perfumería.  

-Almizcle, de color marrón y fuerte olor que segrega el macho del ciervo almizclero, utilizado comúnmente como notas de fondo en perfumería

-Anime: resina o goma de diversas especies botánicas de Oriente, usada generalmente en droguería. 

-Benjuí: resina de un árbol originario de los bosques tropicales de países del Sudeste Asiático, que hidrata profundamente la piel del rostro, además de deshinchar y desmaquillar suavemente.

-Estoraque real, resina del benjuí mezclada con varias especies de flores trituradas, utilizado para la elaboración de cosméticos.

Además de estos productos, el tocador de la Reina era rico en perfumes elaborados como el Ámbar fino, el Aceite de Azahar o el Agua de Murta, que se utilizaba como desodorante. Destaca la presencia de Aceite de Rosa de Mosqueta, muy utilizada en la actualidad porque es uno de los aceites regeneradores e hidratantes más potentes para la piel: ayuda a la eliminación de manchas, cicatrices y estrías, y contiene ácidos esenciales como los omega 3 y 6 y ácido linoleico.

El contenido del inventario desmiente rotundamente la leyenda negra de la falta de aseo de la Reina Isabel lo que tiene un sentido importante, como explica el profesor Ladero- Quesada: “La Reina era también aficionada a los perfumes y joyas. Ella pensaba que el cargo había que vestirlo. Que una reina debía tener una presencia pública solemne o destacada. Así como su hermano Enrique IV en eso había sido un poco desastre, porque no le gustaba vestirse bien, ni las recepciones, Isabel tenía un concepto muy fuerte de la vida real y de cómo las vestimentas, las joyas y los cortesanos, el aparato cortesano, tenía que existir porque eso impresionaba a la gente, a los súbditos, y les daba la sensación de que estaban realmente ante su Rey o Reina. Y los perfumes también formaban parte de eso”.

La Fundación

La Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno tiene como fines ayudar a la investigación científica y la educación cívica y ambiental de los jóvenes. Actualmente financia 15 proyectos de investigación y 30 contratos predoctorales de jóvenes científicos en el ámbito de la Neurociencia. Además, tiene el compromiso de conservar el patrimonio histórico-artístico heredado de Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, con la vocación de contribuir al enriquecimiento cultural de toda la sociedad, mediante la investigación y divulgación de su legado.