Desde hace más de un siglo ha existido la certeza de que el tramo noreste de la muralla cacereña había desaparecido. En centurias pasadas, y una vez perdido el sentido defensivo del baluarte, se fueron permitiendo las demoliciones de la estructura almohade, por eso se dio por derruida la franja que discurre entre la Torre Ochavada y la plaza del Socorro. Sin embargo, la última campaña de investigación y levantamiento digital desarrollada por cuatro profesionales del Laboratorio TAD3 de la Escuela Politécnica de la Uex (Adela Rueda, Pablo Cruz, Víctor Gibello y Jesús Cruz), ha permitido localizar este tramo, en realidad fagocitado por viviendas construidas a ambos lados.

La geolocalización de los restos y su levantamiento tridimensional han hecho evidente la existencia efectiva del muro, en el que se apoyan las viviendas y los patios que dan tanto a la calle Hornillo como a la calle Obras Pías de Roco. En el medio se ubica la muralla, con un gran desnivel de unos 12 metros que no tendría ningún sentido si fuese meramente residencial.

Una vez hallada, los investigadores han visitado ‘in situ’ las viviendas y han comprobado que efectivamente existen incluso sillares romanos en la base. La última confirmación del descubrimiento viene de la mano de los planos históricos, donde este trazado de la muralla que se creía desparecido coincide en efecto con dichos documentos. Por cierto que en la franja se adivinan perfectamente las dos torres albarranas del Aire y de la plaza del Socorro, camufladas como grandes viviendas.