Juan Carlos nació en 1970 en una casa de la calle Hornillo, donde ha pasado cuarenta años de su vida. «El patio linda con un muro muy elevado, de unos ocho metros, aproximadamente la altura de unas tres viviendas. Las casas de los vecinos dan a este mismo muro: los baños, los patios, las cocinas...», explica. Ahora, tras el reciente estudio publicado por investigadores de la Politécnica, sabe a ciencia cierta que ese paramento pertenece al tramo noreste de la antigua muralla, cuyo trazado concreto no viene en los planos desde hace más de un siglo. Incluso el Plan Especial de Protección y Revitalización del Patrimonio Arquitectónico lo traza como intermitente, desaparecido.

Desde luego ha habido razones para ello. Cáceres nunca ha mimado su muralla de 1.174 metros de perímetro, levantada en el siglo XII sobre la primitiva estructura romana. En tiempos pasados hubo incluso permisos municipales para derribar las puertas de Mérida y Coria, y se utilizó la torre del Bujaco como cantera de piedra, se demolieron torres, se adosaron viviendas... Las ordenanzas municipales de 1891 dejan hoy a cualquier cacereño boquiabierto: confirmaban que la muralla era «propiedad exclusiva» del ayuntamiento pero alentaban su demolición para abrir las puertas a un Cáceres más moderno: «Las murallas serán derruidas y sus terrenos se irán agregando a los solares y casas colindantes conforme a la ley de parcelas vigente, según se vayan construyendo aquéllos o reedificándose éstas (...), previo el pago del valor que se asigne (artículo 445)». Eso sí, al menos la citada ordenanza dejaba claro que los torreones «con mérito artístico o histórico» no podían tocarse.

Así sería el alzado sin las casas que circundan esta franja. LABORATORIO TAD3 / ESCUELA POLITÉCNICA

Muchos tramos se salvaron porque el derribo de aquel muro para llevarse algunas piedras o ganar un poco de terreno costaba mucho esfuerzo, también dinero, y los tiempos no estaban para tirar, más bien para aprovechar esa inmensa pared. Y así, en el tramo noreste, las casas fueron apoyándose en los lienzos, que quedaron ocultos a la vista desde las dos calles anexas: Obras Pías de Roco y Hornillo. Los planos comenzaron a pintar esta franja intermitente y se perdió su trazo.

Pero en los patios traseros del Hornillo, los vecinos han venido conviviendo con ese alzado, y alguno sospechaba que podía ser un resto de muralla, aunque se quedó ahí... Ahora que se ha investigado, documentado y constado, efectivamente un vistazo a los patios permite ver un gran muro con sus oquedades, donde por cierto habitan las palomas. Estas aves y sus defecaciones suponen el principal problema que genera la estructura a las viviendas, ni siquiera la humedad, porque los aseos y cocinas colindantes están alicatados, muchos son patios, y hay quien incluso tiene en su domicilio antiguos sillares que ahora se saben romanos.

Imagen tomada del muro en el patio de un vecino de Hornillo, de gran altura. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

Al margen de esto, lo cierto es que el tramo se ha mantenido en la sombra hasta que un equipo de cuatro investigadores ha constado la existencia de la franja que discurre entre la Torre Ochavada y la plaza del Socorro. Los arquitectos Adela Rueda y Pablo Cruz, el arqueólogo Víctor Gibello y Jesús Cruz, autor de un intenso estudio histórico, lo han hecho posible en su última campaña de investigación, a través del Laboratorio TAD3 de la Escuela Politécnica de la Uex. La geolocalización de los restos y su levantamiento tridimensional han permitido localizar este tramo, en realidad fagocitado por viviendas a ambos lados.

En el medio se ubica la muralla almohade, un muro entre las casas que dan a ambas calles, con un gran desnivel de unos 12 metros, que no tendría ningún sentido si fuese meramente residencial. Se aprecian claramente las torres albarranas del Aire y la plaza del Socorro, camufladas con el tiempo como viviendas, e incluso posibles cubos o torres más pequeñas adosadas a la muralla, también revestida como casas. Todos estos elementos se encuentran en línea recta. Las técnicas utilizadas, especialmente láser scanner y fotogrametría, han permitido sacar a la luz sesenta metros de la franja noreste. La colaboración de los residentes y de la propia Asociación de Vecinos Ciudad Monumental, afirman los investigadores, ha sido «muy importante».

UN MODIFICADO REFUERZA LA FASE 1 DE RESTAURACIÓN, MIENTRAS SE ULTIMA LA DOS

  • La primera fase de restauración de la muralla cacereña está ultimada a falta de algunos remates. La inversión de 1 millón de € ha permitido recuperar la zona más dañada, entre la Torre de Hernando Pizarro y el Arco del Cristo. Además, el dinero sobrante por la diferencia entre el presupuesto de licitación y la oferta de la empresa ganadora, permitirá hacer un modificado de 160.000 € para tratar algunas patologías halladas en las obras. «Queremos invertir hasta el último céntimo en dejar nuestra muralla lo mejor posible», indica el concejal de Patrimonio, José Ramón Bello.
  • En cuanto al proyecto de la segunda fase, será entregado por los adjudicatarios en las próximas semanas para pasar por las comisiones pertinentes. «Si los plazos continúan con normalidad, nuestra intención es licitar la obra y comenzar este verano», calcula el edil. Con la nueva fase (1,2 millones de €), que incluirá las torres del Aver y Redonda, ya se habrán restaurado un tercio de los elementos que forman la muralla.

Porque una vez hallado el tramo, los residentes les han permitido el acceso a las viviendas donde han comprobado que efectivamente sus muros se corresponden con la traza de la muralla, e incluso han palpado los lienzos y los sillares romanos de la base. Y para confirmar el hallazgo, éste se ha puesto en comparación con los planos históricos de Baibier (1813), de Francisco Coello (1853) y de un antiguo proyecto de canalización de aguas potables (1895), donde el trazado de la muralla que se creía desparecido coincide en efecto con dichos documentos.

Sillares romanos en un inmueble de Hornillo. LABORATORIO TAD3 / ESCUELA POLITÉCNICA

Los nuevos crecimientos de la ciudad habían desdibujado el flanco «e hicieron que se perdiera la imagen militar de esta zona, iniciando un proceso de olvido de esa arquitectura castrense», indican los investigadores. Desde entonces, la continuidad de la muralla siempre se ha creído que iba más o menos recta desde el Adarve del Cristo hasta el Socorro, cuando no era exactamente así: se encuentra desplazada para enlazar con la puerta de Coria, construida en codo.

«Los accesos a las fortificaciones se levantaban de ese modo para hacer el asalto más difícil a los atacantes. Por un lado, no podían embestir de frente, pero además se les obligaba a girar y mostrar el flanco derecho, el más débil, el de la espada y no el del escudo», detalla Adela Rueda. Asimismo, el tramo que ha salido a la luz coincide con un corte evidente en el terreno que habría servido para organizar la defensa de esta zona.

El plano de Baibier de 1813 es el último que muestra la franja sin casas. En 1853 ya figuran las viviendas de Obras Pías de Roco, y en 1895 la muralla ya estaría rodeada de asentamientos. «Ha sido un trabajo muy gratificante que demuestra la riqueza que contiene la Ciudad Monumental cacereña, que nos sigue regalando sorpresas», subraya Adela Rueda.

Representación de las torres y lienzos entre las casas. LABORATORIO TAD3 / ESCUELA POLITÉCNICA

De hecho, los investigadores creen que existe una posible puerta desconocida en Caleros, cuyo vano figura en los planos del siglo XIX de Francisco Coello. «La estructura se corresponde con el ensanchamiento de Caleros, entre la ermita del Vaquero y el Arco del Cristo», apuntan. El mismo equipo ya fue reconocido el año pasado con el primer premio de rehabilitación otorgado por el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica, por haber realizado una intervención en una vivienda del adarve del Cristo, que fue un cubo de la muralla asociado a un postigo, y que permitió por tanto descubrir otro tramo perdido de la muralla.

Estos profesionales de la expresión gráfica, que dedican sus mejores esfuerzos a digitalizar el patrimonio, se muestran dispuestos a continuar con su búsqueda. Y es que todavía falta un extenso tramo de la muralla por sacar a la luz, si es que sigue oculto y no fue derruido. Se trata del trazado entre la plaza del Socorro y la esquina de la cerca medieval más próxima al Palacio de Moctezuma. El equipo del Laboratorio TAD3 de la Escuela Politécnica de la Uex está convencido de que buena parte de la estructura permanece entre las edificaciones.