Álvaro Holgado Fernández, "Fernández con f, que siempre me lo ponen con h", advierte entre risas al comienzo de esta entrevista. Nos atiende entre las pausas que le dejan los clientes, que acuden como un goteo a su nueva pastelería del número 15 de la avenida Virgen de la Montaña, de nombre Chefalia, donde durante un tiempo estuvo Todolibros y también la librería Álvaro. "Así que de Álvaro a Álvaro", y se vuelve a despertar la sonrisa en la cara de este joven de 23 años que es todo amabilidad y sobre todo humanidad.

Cuando Álvaro cumplió 4 años le pidió a los Reyes una cocinita. Los de Oriente le concedieron el deseo con el que cada noche soñaba. A la mañana siguiente allí estaba aquel sueño hecho realidad junto al resto de regalos. Después de la cocinita llegaron decenas de ingredientes de plástico, "de esos de mentira", recrea, con los que comenzó a preparar los primeros platos salidos del horno de sus fantasías. ¡Qué maravilla!

Un buen día decidió darle otra utilidad al radiador de casa, y lo usó para cocer agua, garbanzos y fideos. Pero donde realmente encontró su paraíso fue junto a su abuela Magdalena, la mujer que lo crió. Le quitaba las galletas, el rallador del pan y allá que se iba Álvaro cargado con su mercancía al patio de Magdalena. Entonces aderezaba dulces con galletas y hasta sopas de ajo. "Lo dejaba to perdío", asegura esta vez con una amplia carcajada.

A los 9 años, cuando llegó la comunión, no hubo mejor regalo que el de una cabaña de madera que tenia dentro un horno chiquitito. En casa de su abuela Nana entraba en el gallinero, cogía los huevos, y de allí salían auténticas esencias. Después, cuando Montaña, su madre, ultimaba la comida de toda la semana, le subía a un taburete para alcanzar a los fogones y Álvaro nadaba entre cacerolas.

Al culminar sus estudios en el María Auxiliadora y el bachillerato en El Brocense cursó estudios universitarios para certificar con un título su vocación. Lo hizo posible el Basque Culinary Center de San Sebastián, la única universidad de cocina que ofrece un grado en Gastronomía y Artes Culinarias, un referente en España y una de las mejores de Europa.

El primer año de prácticas fue en Casa Claudio, en Casar de Cáceres, lugar significativo para su familia porque allí, cada 25 de diciembre, se reunían para celebrar el cumpleaños de su abuelo Manolo. "Siempre decía: algún día me gustaría entrar en esa cocina". Lo consiguió.

Sus dos siguientes prácticas llegarían en el restaurante barcelonés Tickets, que regenta Albert Adriá, donde se fue especializando en el mundo de la pastelería. "Tenía fijado ya mi tercer año en Roma, pero me volvieron a llamar de Barcelona porque querían publicar un libro de repostería y me pidieron que me quedara con ellos. Y así lo hice".

Posteriormente realizó el TFG, esta vez en Mérida de la mano de Terracota, donde se especializó en el diseño de vajillas personalizadas. De allí a Atrio, en la partida de pastelería. Todo iba viento en popa hasta que el verano pasado le diagnosticaron un ictus. "Al verme en el hospital me di cuenta de que necesitaba arriesgar, no porque viera que se me echaba el tiempo encima, sino porque nunca sabes lo que te puede pasar mañana". El relato entonces se entrecorta y es inevitable emocionarse escuchando la voz de este joven imbatible al desaliento.

Álvaro a las puertas de Chefalia. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Álvaro Holgado Fernández: "Al verme en el hospital me di cuenta de que necesitaba arriesgar"

Es cierto ese cartel que circula con frecuencia en las redes a modo de terapia universal: "El que no arriesga no gana". Y para arriesgar hay que apostar. Álvaro es una persona activa, llevaba mucho tiempo en erte y el bache que pasó le hizo repensar muchas cosas. A su lado estaba su hermano Mario, su padre Juan Antonio. El resultado ya está aquí, la pastelería que se inaugurará el 1 de mayo pero que de lunes a miércoles celebra una campaña de puertas abiertas con un éxito sin precedentes en Cáceres.

Álvaro, el bienaventurado, lidera su negocio. Confía en que pronto pueda trabajar junto a su chico, Ángel, su gran amor, su otra mitad. Juntos hacen real la palabra libertad. Ay, el amor, que todo lo puede. "El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta..." Mucha verdad en la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios, que debería ser la hoja de ruta de cualquiera que crea en el amor.

En el mostrador. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Después de pisar su pastelería ya nunca tendrás miedo a la dulzura

Solo del amor salen las delicias de la pastelería de Álvaro, una repostería personalizada, cocina que tiene en cuenta las intolerancias, tartas, cakes away en sus botecitos cremosos de hasta 10 sabores, zumos artesanos, batidos, sándwiches de carne de cerdo mechada, cinamon rolls (que son rollos de canela), galletas rellenas, brownies, cookies... Y aquí está Álvaro, que bate con amor, hornea con pasión, decora con corazón. Álvaro, la historia de una superación. Después de pisar su pastelería ya nunca tendrás miedo a la dulzura.