Una recogida firmas pide que se reabra la antigua cárcel provincial de Cáceres y se le de uso tras más de una década cerrada. Es la asociación memorial en el cementerio Amececa la que ha iniciado esta semana una nueva campaña para recabar apoyos. Hasta ahora, el colectivo de memoria histórica ya había trasladado a la administración en reiteradas ocasiones su propuesta para las instalaciones pero no ha sido hasta ahora cuando convocan al apoyo ciudadano.

En concreto, reclaman que la prisión que se encuentra en la avenida Héroes de Baler se convierta en un espacio sobre la represión franquista y sobre la memoria, los derechos humanos y la paz. De manera paralela, piden a la administración que se declare al edificio Bien de Interés Cultural (BIC) por su valor patrimonial e histórico y que dote de fondos su reforma. La propuesta, según ha puesto de manifiesto en reiteradas ocasiones la asociación, es emular el modelo que se ha realizado en las prisiones de A Coruña o Segovia y proteger el inmueble no solo desde el punto de vista material sino inmaterial.

Fue hace dos años, cuando tras décadas de silencios e intentos fallidos para darle uso, Amececa planteó la posibilidad de dotar de actividad al inmueble, que carece de mantenimiento y se encuentra en estado de deterioro. Sobre esta petición, ni la corporación local anterior ni la actual han llegado a pronunciarse. A principios de abril de este año, un mes después de celebrar los actos para recordar a los represaliados en la capital cacereña, un acto que habitualmente parte de la vieja prisión, el colectivo hizo público un nuevo manifiesto para insistir en que se avance en este proyecto. 

En su razonamiento exponen que está demostrado históricamente que el edificio fue «un importante centro de reclusión de los oponentes políticos reales o ficticios del Franquismo». Su construcción se inició en 1934 y «el «fin de la Guerra Civil y los primeros años de posguerra provocaron un importante crecimiento en el número de reclusos», justifican. Estiman que «entre 450 y 500 personas abandonaron los muros de la prisión para ser asesinados por piquetes militares y entre 150 y 200 murieron dentro de la prisión» durante esos primeros años de dictadura. Anotan de la misma forma que en los 60 se mantenían recluidos a más de 200 presos antifranquistas y se mantuvo su uso como ‘cárcel política’ hasta la muerte del dictador. El inmueble cerró sus puertas definitivamente en 2009 cuando se construyó la cárcel nueva.

No es la primera vez que se especula sobre el futuro del edificio. De hecho, acumula a lo largo de estos 12 años de inactividad continuados amagos de uso. Se barajó su demolición aunque una plataforma ciudadana la paralizó y más tarde se ha planteado diversas opciones, desde que fuera un Espacio de la Creación Joven, una biblioteca, un museo hasta palacio de la música.