Ocurrió en noviembre del 2019. El acusado se encontraba por esas fechas cumpliendo condena en el centro penitenciario de Cáceres por delitos contra el patrimonio, seguridad vial, falsedad, atentado a la autoridad y quebrantamiento de condena. Le tocaba disfrutar ya de un permiso de salida y, estando ya en la calle, una persona que no ha sido identificada le sugirió que, para ganar dinero, podía surtir de hachís a las personas adictas que también cumplían condena en la cárcel.

Y así lo hizo. Para eludir los controles de cacheo que se realizan en la prisión cada vez que regresa un interno, decidió introducir en su intestino seis bellotas de hachís envueltas en un plástico. Pesaban 52,4 gramos. Justo antes de que el preso regresara al centro tras disfrutar de unos días de libertad, llegó a la cárcel un anónimo que informaba de este hecho, por lo que los agentes de la brigada de estupefacientes organizaron una operación para vigilar la entrada de la cárcel y abordar al preso cuando llegara. A su entrada fue detenido.

Fue necesario su ingreso hospitalario y un seguimiento médico para comprobar que tenía estas sustancias en el interior de su cuerpo. Se le hizo incluso una radiografía, autorizada por el juez porque él se negó a realizársela. A las horas consiguió expulsar de manera natural la droga, que fue incautada por los agentes. Lo que llevaba habría adquirido un valor en el mercado de 300 euros.

El Juzgado de lo Penal Número 2 de Cáceres le condena ahora a seis meses de prisión por un delito contra la salud pública en su modalidad de sustancias que no causan grave daño a la salud y a pagar una multa de 300 euros. La sentencia es firme.