‘No tocar ni besar imagen’. El cartel luce sobre las andas de plata de la Virgen, que desde el jueves se ha convertido en su altar de sabiduría celestial en el santuario. Durante este novenario, el segundo malviviendo con el coronavirus, todo es nostalgia. En la mente de los devotos cacereños pasa cual bella moviola la imagen de la concatedral de Santa María abriendo sus puertas y la patrona desfilando por la nave central de seis tramos bajo la imponente crucería gótica hacia su trono de gracia y caridad para alcanzar misericordia.

La Virgen en su santuario. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Todos a una, al cielo con Ella. Nuestra Señora de la Montaña volvería a lucir majestuosa ante el retablo mayor plateresco del más importante templo cristiano de la ciudad mientras los 27 registros sonantes del órgano de 1703 fabricado por Manuel de la Viña le rendirían al viento su homenaje sonoro y Cáceres entero la cubriría de alabanzas.

Hermanos de la Cofradía de la Montaña. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Este año, la pandemia ha vuelto a perpetrar el encierro y la Montaña no ha salido de su santuario. Al menos, hasta mañana a las diez de la noche se celebra un besamanto inédito en la historia de la cofradía, que es más bien una genuflexión y con distancia. Junto al presbiterio del santuario, la patrona luce, eso sí, sin perder su belleza con el manto que la cofradía le regaló en 1998, de terciopelo rojo y bordado en oro.

Imagen de la Virgen. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Aunque se desconoce la fecha exacta, parece que la tradición de besar el manto a la Virgen se remonta al siglo XVII, cuando el anacoreta Francisco Paniagua recorría la ciudad con una imagen pequeña de la patrona implorando limosna para levantarle una capilla en la Sierra de la Mosca. Así comenzó la devoción cacereña, que no ha perdido ni un ápice de fe.

Desde la distancia muchos mantienen vivo el recuerdo, como la hermana Carmen Gómez, que fue directora y profesora de las Carmelitas y que a sus 89 años, y destinada en el Ave María de Valladolid, sigue con atención las crónicas de este diario. Hoy, sor Carmen vuelve a leer su Extremadura mientras decenas de cacereños peregrinan al santuario para postrarse ante la Cacereña Bonita.

Son días de trasiego, de reparto de estampas, de donativos en el caldero junto a la imagen y de visitas, como la que ayer giraron los miembros de la eléctrica Axpo, una de cuyas directivas es de Cáceres, y se ha ofrecido a costear los gastos de luz de la cofradía, ante las graves dificultades económicas que atraviesa.

Donativo para la cofradía. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Este sábado la jornada también es intensa. A las cinco sube la tuna al santuario a cantar Cacereña Salerosa, a las siete la Cofradía del Humilladero le dedica una ofrenda y a las ocho la junta de gobierno asiste a la misa en memoria de todos los hermanos fallecidos a lo largo de la historia.

Mañana, Día de la Madre, tampoco habrá procesión de subida, aunque sí misa a las 10 en Santa María, oficiada por el administrador diocesano, Diego Zambrano, a la que acudirá la corporación municipal. Ya solo cabe esperar a 2022, y a ver qué pasa