Todo en el novenario de la Virgen de la Montaña está siendo una novedad. El coronavirus ha hecho que una de las tradiciones más populares de la ciudad (si no la que más), que se remonta a siglos atrás, esté cargada de sorpresas. Una de ellas se vivió ayer, con la actuación de la tuna de Magisterio de Cáceres en el santuario. Normalmente la agrupación suele cantar a la patrona en la procesión de Bajada, en la plaza del Duque, justo antes de que la imagen corone la plaza Mayor. Pero este año, por las restricciones sanitarias, Cáceres se ha vuelto a quedar sin recibir a la cacereña bonita en la ciudad.

La tuna, en cambio, no quería pasar un año más sin cantarle a su Virgen (en 2020 tampoco pudieron por el confinamiento). Y, tras muchas negociaciones, la cofradía autorizó la actuación en el santuario ayer. Fue todo un éxito, aunque hubo muchos cacereños que tuvieron que quedarse fuera para respetar el aforo en el interior de la ermita. Los que estuvieron habían llegado horas antes para reservar su sitio. Y la tuna consiguió que, entre tanto ahogo y desazón que se respira en estos momentos, el santuario y la patrona lucieran más bonitos que nunca.

La cofradía del Humilladero realiza su ofrenda a la Virgen. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

«Es un acto muy íntimo, en el que sentimos esa conexión con la ciudad de Cáceres. El año pasado nos dolió y este año no podíamos faltar», señaló el jefe de la tuna de Magisterio d Cáceres, Jesús Hernández Mateos, justo antes de que comenzara la actuación. Así, la Virgen de la Montaña escuchó de cerca ‘La cacereña salerosa’ o ‘El Redoble’, con baile incluido. La actuación en el interior del santuario fue corta por las restricciones pero después la tuna continuó animando el ambiente en la explanada exterior, con ‘Clavelito’ entre otros temas.

Además de esta, otra de las novedades de este novenario está siendo el Besamanto. Se está realizando por primera vez en la ermita y no en Santa María como manda la tradición, dado que la patrona no ha bajado a la ciudad. La cofradía ha sacado a la imagen del camarín para que pueda ser venerada por los fieles desde más cerca, aunque este año este acto se ha visto reducido a una genuflexión (no se puede besar el manto ni tocar a la patrona por razones de higiene).

La tuna continuó en la calle con sus cánticos en la calle. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

También en el santuario, la cofradía del Humilladero realizó ayer su tradicional ofrenda a la Virgen de la Montaña, que siempre suelen llevar a cabo en Caleros durante la procesión de bajada. Otra de las novedades de este novenario marcado por el covid. Después la hermandad celebró una misa en memoria de los hermanos fallecidos a lo largo de su historia, que cobra especial importancia en un año como este.

Ayer la afluencia fue tal que se necesitó la asistencia de la Policía Local para regular el tráfico y los aparcamientos. Además voluntarios de ARA se encargaron de que los fieles respetaran la distancia de seguridad y de que no se sobrepasaran los aforos en el santuario.

El novenario llegará hoy a su fin con una misa en Santa María que será oficiada por el administrador diocesano, Diego Zambrano, en una concatedral en la que luce, desde que comenzaran los actos, un repostero de la patrona del maestro Solano. La Virgen continuará en el santuario y el lunes se subirá al camarín.