Tiene 75 años y hace ya varios que comenzó con fuertes depresiones. Al principio todo parecía curarse con antidepresivos pero la situación fue empeorando hasta tal punto que comenzó a sufrir brotes psicóticos y alucinaciones. Su enfermedad le ha llevado a estar ingresada varias veces en la unidad de psiquiatría, ahora en el hospital San Pedro de Alcántara desde que se trasladara este servicio del Nuestra Señora de la Montaña.

Es algo con lo que conviven ella y su familia, pero muchas veces solo con la medicación no es suficiente para calmar sus dolencias. «Esta vez los brotes psicóticos con la medicación se le han quitado pero la depresión no porque necesita una terapia de mantenimiento», explica su hija, María Macías. El único tratamiento efectivo que han encontrado han sido las terapias electroconvulsivas, un tratamiento que no se administra en Cáceres al carecer el hospital de la máquina con la que se realiza.

Hasta ahora se ha sometido a ella en tres ocasiones, la última en el mes de febrero pero, a juzgar por su estado en estos momentos, no ha sido suficiente. Siempre ha sido derivada al Infanta Cristina de Badajoz, que es donde se facilita el tratamiento. Esta terapia utiliza corrientes eléctricas para tratar la depresión y otras enfermedades mentales. La corriente provoca una convulsión en el cerebro que, según los médicos, puede ayudar al cerebro a «reconectarse» a sí mismo, lo cual ayuda a aliviar los síntomas. Es necesario realizarla en un hospital y requiere ingreso, ya que necesita de anestesia general. Además, según el estado del paciente, se prescribe más de una sesión. En el caso de esta cacereña, la última vez necesitó nueve (le hacían tres por semana), tiempo en el que estuvo hospitalizada.

"Llevamos casi dos semanas esperando una solución y mi madre va cada día a peor, ya se niega a comer y no se levanta de la cama"

Tras el último tratamiento que recibió en febrero ha tenido que ser de nuevo ingresada en la unidad de psiquiatría por un empeoramiento de su estado. Los especialistas le han prescrito de nuevo más sesiones electroconvulsivas. Y la derivaron, como siempre, a Badajoz. Pero esta vez el hospital pacense ha denegado su ingreso. «Nos dicen que no tienen sitio en el hospital y que ellos no pueden ingresarla. Tampoco la ingresan en Mérida, donde también se ofrece este tratamiento, porque ahora no se está haciendo», se queja María Macías, hija de la paciente.

Ante esta situación, el Servicio Extremeño de Salud (SES) ha optado por trasladarla al hospital Ramón y Cajal de Madrid, pero la familia se niega. «Es una persona dependiente, ¿cómo la van a trasladar a Madrid teniendo este tratamiento en Extremadura? Llevarla allí supondría que estuviera sola. Es un caso inhumano», insiste su hija. La derivación al hospital madrileño tampoco está autorizada de forma oficial, ya que aún dependen de que el Ramón y Cajal dé luz verde al traslado. Y mientras tanto pasan los días. «Llevamos esperando más de diez días y mi madre cada vez está peor. Ya se niega a comer y no se levanta de la cama», segura María.

Han realizado una reclamación al Infanta Cristina por la declinación de hospitalización de su madre, con la esperanza de que le hagan un hueco, pero se han encontrado con una nueva negativa. «Hemos llamado hasta por teléfono y el médico nos dice que no tienen sitio, que hablemos con los médicos de Cáceres y que compren la máquina» para que el tratamiento se pueda administrar desde el hospital San Pedro de Alcántara.

También han puesto una reclamación en la gerencia del área de salud de Cáceres. Necesitan una solución urgente. «Estamos derrotados, mi padre ya no puede más y mi madre cada día va a peor. Tienen que ingresarla en Extremadura», insiste.

Este diario preguntó ayer por este asunto a la consejería de Sanidad, pero no recibió respuesta.