Vamos primero con lo de allá. El tema de la información religiosa en la prensa española daría pie a una buena tesis doctoral. La mayoría de las veces, no todas, dicha información da idea de un conocimiento bastante superficial de los asuntos de los que intentan informar. Los medios situados en la sensibilidad escorada a la izquierda, son muy duros con la iglesia, cuando ésta condena las opiniones de teólogos heterodoxos en determinados temas fronterizos y complejos, la acusan de «caza de brujas» y de ser una institución anquilosada, poco dada a evolucionar y «muy carca», y no la acusan de no ser democrática, porque ya saben que no lo es. Fotografían a la Iglesia católica como una institución sectaria, muy rígida y hasta cruel con los que intentan tener una actitud más abierta y de amplios horizontes.

 Digo esto porque hace unos días, después de la derrota en Madrid, un partido político, con una historia y un poso democrático indudable, ha abierto expediente de expulsión a dos destacados dirigentes por hacerse una foto con un contrincante político. No entiendo este comportamiento, y solo se me ocurre pensar dos cosas, o bien que «en todos los sitios cuecen habas», o que no hay tanta diferencia, entre una y otra institución, a la hora de aparecer esos «tics» sospechosos cuando se cuestiona la autoridad de los guardianes de la ortodoxia en ese momento. 

"Fotografían a la Iglesia con una actitud cruel con los que intentan un actitud más abierta"

Eso en lo de allá y en los de acá, contaros que hace unos días fue ordenado sacerdote, en la diócesis vecina de Plasencia, un hombre con dos hijos y varios nietos y viviendo su mujer. ¡No es posible¡ pues sí. La explicación es sencilla, ese matrimonio fue declarado nulo hace un tiempo, por el tribunal eclesiástico correspondiente y es como si nunca hubiese existido, así de sencillo. Todo canónicamente correcto.

Pero voy a lo siguiente, en la ceremonia presidida por el buen obispo Don José Luis Retana (alabar su decisión de admitir al candidato), a la hora de citar a los familiares del recién ordenado, solo citó textualmente «a sus padres y demás familia», no nombró ni a sus hijos, ni a sus nietos. Podéis decirme que no es para tanto, pero me gustaría que en el lenguaje eclesial, consiguiéramos aquello que dijo aquel añorado presidente de la transición: «Es necesario elevar a la categoría política (yo diría «religiosa») de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal». Mucha salud para todos.

*Párroco de San Blas