Se lució bastante la compañía extremeña La Barraca Producciones conjugando casi a partes iguales danza, flamenco y palabra, aunque ésta algo menos utilizada, pero recogiendo las escenas clave de esta famosa y canónica comedia de un maduro Lope, cuya misteriosa trama la urdió casi exclusivamente a raíz de la popular cantinela «Esta noche lo mataron al caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo», que se empieza a oír desde un principio, como algo premonitorio: los dos primeros actos, con sus deliciosas escenas líricas, tensas y humorísticas, llevadas a cabo especialmente por la celestinesca Fabia (Nuqui Fernández, que protagonizó varias escenas muy reídas y aplaudidas) y el gracioso Tello , criado de un encantador don Alonso (Jesús Custodio, un muy enérgico bailarín).

Lo cierto es que el cante hondo, muy desgarrador, junto con el zapateado y el palmeado constante y muy rítmico nos mantuvo en tensión durante hora y media e intensificaron hondamente el gran dramatismo de esta misteriosa y popular comedia. También la música de Falla, Granados, Albéniz, Sarasate y la escuela de boleros del XVIII sonaron muy armoniosamente a cargo de la directora de la orquestina y sus cinco diestros componentes; sin olvidar los acertados y vistosos juegos de luces realmente ambientadores que resaltaban la sencilla escenografía, compuesta por una plataforma central ovalada y como dos casetas con puertas practicables y al final con burladeros adosados para la escena taurina: los coprodujeron junto con el Festival Clásico.

Las tres bailarinas Priscila Álvarez, Marina González-Mediedo y Daniel Serrano se coordinaron perfectamente entre sí y con el gran bailarín principal Jesús Custodio, que juntos nos dieron una deliciosa lección de danza española de muchos quilates; estuvieron bien replicados por los dos antagonistas don Fernando (Fermín Núñez) y don Rodrigo (Sergio Adillo, que hizo una esencial, fiel y algo extremeñizada versión). Hubo escenas de gran belleza: la corrida de toros ( con un cornúpeta bailarín), la intensa y dura despedida de la pareja protagonista, con la posterior muerte de don Alonso y el desenlace regio final, que hace justicia el rey Juan II condenando a muerte a los vengativos asesinos. Fue seguido de una apoteósica salva de aplausos individualmente y a los 16 componentes de este vistoso e intensamente estético montaje, El caballero de Olmedo, seguramente el último que montó García Lorca con su homónima Barraca, a los que felicitamos muy efusivamente.