En las terrazas no cabe un alfiler porque es la noche en la que toca estar orgullosos. Y así se muestran. Van y vienen los pinchos con jarra de cerveza en el bar que hay frente a la ermita que con tanto mimo cuidó don José Reveriego. Al dueño le acaban de poner la segunda de Pfizer y dice que quiere traspasar el negocio. En la plaza suena 'No es serio este cementerio' y el camarero grita: "¡Esta es de mi época, la época de la movida de Cáceres, la mejor!" Y sigue sirviendo jarras y raciones con una simpatía desbordante.

En San Blas ha salido la luna, y ese momento le va al pelo al 'Hijo de la luna' que la cantante de Tributo a M-Cano entona ante decenas de personas. Es la fiesta del Orgullo, la manera de reivindicar que nadie es peor que nadie por vivir en libertad su derecho a amar. San Blas es una fiesta: hay niños jugando a la pelota, abuelas con mascarilla sentadas en los polletes, jóvenes, ellas, ellos, banderas aroiris... Un respeto absoluto, distancia de seguridad, sillas para tomar asiento, lavabos portátiles para no tener que mear en las esquinas.

San Blas siempre fue un barrio de acogida. Aquí construyó el ayuntamiento una colonia de viviendas municipales en las que vivían Alejo Carvajal y su mujer Alejandra y al lado sus suegros José y Tomasa. Los niños del barrio acudían entonces a unas escuelas muy cerca del cementerio. Allí había dos aulas, una para niños, donde impartía clase don Víctor Perales, y otra para niñas, con doña Paquita como maestra. En los recreos daban a los muchachos queso americano, que tenía color anaranjado, venía dentro de unas latas y cada vez que te lo comías te sabía a gloria. También daban leche en polvo, aunque para eso tenías que llevarte un cacillo de casa.

En el barrio vivían la señora Manuela, Paco, Ignacio Morato, Antonio Polo... Por detrás estaban Antonio Rolo, que era carpintero, Francisco del Barco, Santos Floriano, y había muchos municipales. Luego estaba la tienda de ultramarinos de Lázaro, la carbonería del tío Choto, el horno de la Romualda, que la víspera de San Blas se pasaba la noche haciendo roscas y las hacían por miles; la panadería de la señora Cándida, que preparaba coquillos para San Blas y vendía pan y chucherías para los niños, el cine de Población...

El seminario daba mucha vida a la barriada. Desde la casa de los Carvajal se veía pasar a diario una hilera de jóvenes seminaristas con bonete y estola roja que acudían a diario a recibir sus clases. También pasaban los carros cargados de comida para los guardias que trabajaban en la prisión.

En San Blas estaban las cercas de Chapado, donde se levantó el Colegio Universitario. Hasta ese lugar llegaban los cacereños a hacer las eras en verano para limpiar la paja, y también se vendían sandías y melones. Por las tardes, aprovechando la siesta, arribaban vendedores ambulantes con sus carretillas, en las que portaban cubas de corcho con helados y barquillos. También llevaban polos de hielo a los que les echaban colorante según el sabor que prefirieras: de limón, de naranja, de fresa... Las cercas, en invierno, se ponían hasta arriba de gente de Malpartida vendiendo picón.

Tributo a M-Cano anoche en San Blas. MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

También residían la señora Petra, que era la ermitaña de la ermita, Vicente Boliche, Rogelio Mateos y su mujer, Concesa... Un barrio hospitalario que este año también ha acogido, con actitud ejemplarizante y digna de alabanza, una de las fiestas del Orgullo más hermosas que se recuerdan, quizá porque estamos en pandemia, quizá porque este virus, aunque no lo parezca, nos ha hecho recapacitar sobre las cosas importantes de la vida, sobre lo necesaria que es la aceptación.

La Semana del Orgullo, que ha organizado el Ayuntamiento de Cáceres, llega a su fin con una batucada esta noche que partirá del Bombo a las ocho y llegará a San Blas, donde está prevista la actuación de los grupos Las Descalzas y La Prohibida. Presentará el acto Cherri Coke.

Al caer la tarde, 'Temor creíble', una obra escrita por el dramaturgo Marce Solís sobre el terror al que son sometidos muchos homosexuales refugiados, sigue ahondando en la necesidad de continuar en la lucha. Mientras, el Bar Salas es pura alegría y en el balcón de la sede vecinal luce la bandera de los colores de la esperanza. Luego llega la música de Mecano, porque Mecano es eterno y esta noche de luna llena es una melodía de la bendición en San Bas, este barrio que hoy es el Orgullo de Cáceres, el espejo de la diversidad y la libertad.