La voz de José Alejandro Jorge Plata (Badajoz, 1991) sigue el mismo recorrido que realizan sus puños, patadas y rodillazos cuando compite encima de un ring. Es directa y enérgica. Pero no da miedo. Al contrario, atrapa. A los 10 años se vino a vivir a Cáceres y con 13 se introdujo en el interesante mundo de las artes marciales.

«Empecé de casualidad, me gustaban desde pequeño y mis primos me comentaron que por qué no me apuntaba a clases de kick boxing. Probé y me encantó», explica con amabilidad el joven de 29 años. «Desde que conocí el deporte de contacto ¡bufff...! Me cambió por completo. Me dio seguridad», resume el deportista. 

Y muy pronto. «No hacía ni ocho meses que había empezado y me dijo el entrenador que me veía bien preparado y si quería pelear en una velada. Ahí se inició todo», expresa sonriente. La disciplina fue el mecanismo con el que romper su timidez e inseguridades, pero para José Alejandro se convirtió en una pasión que más tarde sería su forma de vida.

¿Qué le diría a toda aquella gente que tacha de violento al kick boxing? «Que está equivocada. No es solo pelear, tiene otras numerosas facetas. Se requiere mucha técnica, te sirve para conocer a las personas, por su manera de actuar sobre el cuadrilátero, y te aporta una forma física que no consigues en la mayoría de los deportes. Aquí desarrollas casi todos los músculos del cuerpo. Además, la deportividad es total, por lo que diría que hay deportes más violentos», responde de forma tajante.

Tras mucho esfuerzo, constancia, dedicación, más de una década compitiendo en dicha modalidad (amateur), la difícil situación de la pandemia del coronavirus y gracias a la vida que dan las vueltas, este gladiador conocido por todos como Chino cumplió un sueño. Disputó su primera pelea profesional, en la capital pacense en K1 -kick-boxing con uso de rodilla, señala José Alejandro- «y me enfrenté a un luchador más experimentado que yo. Se desarrolló un combate muy igualado y finalmente perdí por dos puntos (dos golpes). Estoy muy contento. Me motiva más de cara a próximos enfrentamientos. Siempre se aprende, pero tengo claro que volveré a pelear contra él y me traeré el cinturón a casa. Todo lo que me propongo lo acabo consiguiendo».

También juega al ajedrez y le ayuda a concentrarse. ¿Cómo le queda a uno el cuerpo tras un largo intercambio de puñetazos, patadas y rodillazos? «Aunque parezca mentira, sufría más en amateur que ahora. El cuerpo es tu escudo y está preparado para soportar golpes que a una persona normal le causarían un daño importante», apunta. Compagina tres horas de entrenamiento diario (excepto el domingo) en el gimnasio Zen de La Madrila con el trabajo en una empresa de alquiler de coches y portero de discoteca. Orgulloso de su barrio, Aldea Moret y La Cañada, es un ejemplo de compromiso social y lucha.