El alcalde de Cáceres, Luis Salaya, comprobó ayer en primera persona, con asombro y una infinita alegría, el hito histórico más importante aparecido en la ciudad después de las ruinas romanas del Palacio de Mayoralgo y la Cisterna de San Roque. Fue durante su visita a las obras de restauración de la muralla con cargo al 1,5% cultural del Ministerio de Cultura y tiene que ver con el Baluarte de los Pozos.

Salaya recordó que el relleno de la terraza del Baluarte, al menos en sus niveles superiores, está documentado desde finales del siglo XVII como procedentes de las demoliciones, tierras y restos de obra nueva, de la construcción del convento de los Jesuitas y del templo de San Francisco Javier. Ya entonces en un acta del concejo de la ciudad se decía «que se deje de rellenar ese espacio por el riesgo de que dañe a la muralla».

Panorámica desde la muralla. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

Curiosamente esta acción, es decir, el relleno de esa terraza, provocó una grieta en la cara este del Baluarte, que lo secciona de arriba a abajo y sobre la que había que intervenir de urgencia porque se estaba poniendo en riesgo su estabilidad. «Esa actuación nos ha dado la oportunidad de recuperar la historia de la ciudad», dijo el regidor.

De esta manera, el rebaje del relleno ha abierto en canal una parte importantísima de ese elemento defensivo que es el Baluarte de los Pozos. De hecho, a juicio de los técnicos, «lo que ahora se comienza a percibir podría calificarse como abrir el libro de la historia de la ciudad por una página que llevaba más de 270 años cerrada e ignota en tres aspectos significativos».

En obras. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

El primero de ellos es la relevancia del Baluarte; su verdadera naturaleza va unida a la necesidad de protección de la Cisterna de San Roque, que era un recurso de abastecimiento de agua esencial para la ciudad. Por ello, implicaría la necesidad de defenderla ante un posible asedio. Su lejanía de la muralla (44 metros) obligaría a construir un cuerpo defensivo más alto, ancho y largo que cualquier otra torre: el Baluarte de los Pozos.

Salaya en la casa del Baluarte donde se muestra la maqueta de la muralla. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

La cisterna enseñó la existencia de un acceso desde el Baluarte que tenía forma de pasillo fortificado (los restos de arranque de los dos muros de ese pasillo se ven aún). Ese pasillo se perdía en la puerta existente en esa fachada, un hueco oscuro que ha alimentado, entre otras, la leyenda de la Mansaborá. Al otro lado de la puerta estaba la tierra de relleno.

Una de las técnicas. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

El segundo aspecto que da idea de la relevancia de este trabajo, es que ahora se ha liberado esa tierra, es decir, se ha procedido a abrir de nuevo dicha puerta y lo aparecido es muy singular: parece que el pasillo fortificado sigue por el interior (ha aparecido uno de los muros laterales, se busca el otro). Además, la forma de construcción de las murallas de tapial se aprecia muy bien y ese lienzo está intacto desde hace casi 300 años. Los retos que ahí aparezcan terminarán de explicarnos qué era el Baluarte y cómo se entraba y salía desde la muralla a la cisterna y viceversa.

Visita del alcalde ayer al Baluarte de los Pozos. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

El tercer aspecto significativo es que se aprecia con gran claridad que el muro lateral sur, el de mampostería que lo separa del Olivar de la Judería, es claramente posterior y diferente, por lo que el Baluarte de los Pozos habría tenido en su origen tres caras, en vez de cuatro, asimilándose bastante a la recreación ideal que hay en las dependencias y maquetas que se muestran en la casa de acceso de la fortificación.

Excavación. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

Las obras de la mejora del Baluarte terminarán el 31 de julio. Los técnicos apuntan que el material de relleno no ha aportado, hasta ahora, nada relevante desde el punto de vista arqueológico. Al finalizar la actuación, el Baluarte podrá seguir siendo visitable (incluido el acceso a la terraza superior), mediante la adopción de una barandilla que ahora protegerá de la caída desde el pasillo superior, que antes estaba a ras del césped.