El bar del santuario de la Virgen de la Montaña podrá arrancar su reforma la próxima semana. De esta forma lo anuncia el ayuntamiento cacereño, que avanza que el establecimiento contará con la licencia de obra en los próximos días para que pueda acometer las actuaciones que necesita y reabrir tras más de un año sin actividad. Según apunta a este diario el concejal de Urbanismo, José Ramón Bello, desde que los promotores presentaron el proyecto, a nivel municipal se ha trabajado «para resolver numerosos trámites» que requerían las dimensiones de la nueva propuesta e incide en que el consistorio ha mostrado la máxima diligencia posible siguiendo el compromiso municipal de agilizar los nuevos proyectos en la ciudad. 

De esta manera, Bello se congratula por el inicio inminente de la rehabilitación de un espacio sumará atractivo tanto para los cacereños como para los turistas. En cuanto a plazos, no precisa fecha una vez que los empresarios tengan el permiso para iniciar las actuaciones, pero sí asegura que la intención es que pueda estar abierto en 2022 coincidiendo con la primavera y las fechas del novenario de la patrona.  

El bar será explotado por tres hosteleros cacereños con experiencia de negocios en la ciudad que firmaron ya hace meses el contrato de cesión con la cofradía de la Virgen de la Montaña, la propietaria de las instalaciones. La intención de los empresarios, según detalló la hermandad y ratifica el concejal de Urbanismo, es mantener la misma línea que había seguido hasta ahora el establecimiento. Será asador y contará con una zona de terraza. Sí concreta Bello que el propósito de la obra es acondicionar tanto el forjado como el propio local para hacerlo más amplio e instalar una amplia cristalera a modo de mirador desde el interior. 

El bar lleva cerrado desde diciembre de 2019. A principios del siguiente año lucía en la puerta un cartel municipal en el que alegaba que su cierre se había producido por deficiencias técnicas, una cuestión que la hermandad aseguró que estaba motivada por un malentendido con los permisos del local que ya se había solventado con el consistorio y que el motivo de la clausura estaba justificado en que había concluido la concesión con el anterior hostelero. Tras buscar a un nuevo inquilino, la cofradía recibió tres ofertas y finalmente se decantó por esta última. El acuerdo se firmó en mayo de 2020 pero la pandemia retrasó su puesta en marcha.