La mayoría de ellos llevan entre 7 y 10 años en el Refugio San Jorge. Ni los quisieron sus dueños de cachorros ni ahora de adultos los quiere nadie. Allí, al menos, los cuidan, los miman, les dan una vida digna. Les colgaron el cartel de ‘peligrosos’, «un lastre injusto para ellos porque son encantadores», asegura Laura Varaldi, responsable de las instalaciones. Habla mientras juguetean o duermen los seis perros potencialmente peligrosos que hay en estas instalaciones ubicadas en las traseras de la Facultad de Veterinaria.

Todos ellos tienen detrás una dramática historia. Hade, hembra, cruce de fosterrier, llegó hace siete años; la encontraron vagabundeando por Río Tinto con la pata quemada; nadie la reclamó. Jacob, su compañero de perrera, apareció en Aldea Moret completamente herido y desnutrido; dicen que lo habían usado para sparring. A Buster, mezcla de adano español, le habían dado un hachazo en el craneo; cuando ingresó en El Refugio traía el morro abierto; estaba (literal) «completamente destrozado». Golfo, pitbull, vivía con un hombre en una casa ocupada en Camino Llano; allí lo dejó abandonado a su suerte. A Hipo, cruce de pitbull, tampoco lo quisieron; entró en el Refugio siendo cachorro, ahora tiene ocho años. «Se ha puesto gordito y no es típico guapetón», dice Laura entre risas. El último es Morcillo, que vivía con una persona que padecía síndrome de Noé. «Es timidillo y muy bueno», lo describe Varaldi. «No dan problemas y con las personas son muy sociables», narra al tiempo que pasa su mano por el lomo de Jade en una escena cargada de ternura.

«El listado en el que incluyen a estos animales es muy dañino para ellos. Siguen en el Refugio. No los adoptan ni a tiros porque nadie quiere meterse en problemas ya que los cuidados y condiciones legales que se exigen para tener uno de ellos son muy concretas. Estamos de acuerdo con eso, pero insistimos en que la culpa no la tienen los animales, la tiene la irresponsabilidad de sus dueños».

Y para muestra un botón: en lo que va de agosto la policía local ha interpuesto sanciones por nada menos que 16.252 euros relacionadas con perros de razas potencialmente peligrosas. Las sanciones de esta semana son especialmente llamativas, la primera la de un vecino que paseaba con dos perros sin bozal y sin tener licencia ni seguro de los animales censados. Por ello, se le ha propuesto para una sanción de 4.056 euros.

La segunda, a una vecina por permanecer con cuatro perros sueltos en la terraza de un bar, uno de ellos potencialmente peligroso que no tenía bozal ni licencia y tampoco estaba censado. Se le ha propuesto para una multa de 3.005 euros. También se ha interpuesto otra sanción de 2.879 euros a otra persona por carecer de licencia municipal para esta raza.

¿Perros peligrosos o dueños irresponsables? El debate sigue abierto.