Hoy en día hacerse un tatuaje es como escoger un valioso cuadro: se piden obras de autor también en la piel. «El tatuaje es un lienzo vivo, y ningún tatoo es igual a otro porque cada persona es un mundo», explica Francisco Ponce Aguilera (Alcalá del Valle, Cádiz, 08/11/1991) mientras desliza la máquina sobre la pierna de un cliente, en su establecimiento The White Shark Tattoo, ubicado en el cacereño barrio de Los Fratres.

Su pasión se remonta desde pequeño en el colegio de su pueblo, donde le encantaba dibujar. En 2013 decidió tatuar, pero nadie quiso enseñarle. Por ello, este joven artista apostó por aprender de forma autodidacta y con el tiempo fue aprendiz en varios locales hace alrededor de seis años. Después, Francisco es de los que aprovecha todas las oportunidades que se cruzan en su camino. Las vueltas que da la vida le llevaron hasta Cáceres

Para él su trabajo es una manera de poder vivir de lo que le gusta, que es trazar. Y, de momento, las cosas le marchan bien. Tres meses antes de la pandemia del covid-19 abrió su estudio. «Ha habido buena acogida aun siendo una época complicada. Estoy muy contento», señala.

Francisco Ponce se dispone a tatuar a un joven cacereño. SAMUEL FERNÁNDEZ

Con el coronavirus todo es por cita previa y extremando aún más si cabe las medidas de seguridad. Tal y como recuerda, el suyo es un sector muy controlado a nivel sanitario que esterilizaba todos los materiales y desinfectaba las zonas de trabajo antes de la crisis sanitaria. «Mantengo muy a rajatabla el tema de la higiene y cuido mucho la desinfección. Voy todo el día con la mascarilla puesta. Trabajo con cita previa para controlar el aforo. La gente está segura a la hora de venir a tatuarse», asegura.

Ahora todo fluye, como su mano derecha recorriendo brazos, bíceps, espaldas, torsos, vientres... Experimentó, pulió su técnica, y tatuó una y otra vez hasta ver su sueño hecho realidad. Se le dan muy bien todos los estilos, aunque sus especialidades son la geometría y el anime. «Más que un negocio, es una responsabilidad: un tattoo es para toda la vida», cuenta algo emocionado y con orgullo.

«La parte que más me divierte de todo el proceso es la creación. Siempre escucho a mis clientes antes de tatuar», destaca Ponce

Pero, ¿cuáles son los tatuajes que más demanda la gente? «Hoy en día, la joya de la corona es el realismo y el estilo comercial y el ‘working’. Es decir, los retratos de personas, animales, infinitos, flechas, fechas, huellas de perro, mandalas, figuras geométricas en general...», responde. Aunque, además, «está en auge el estilo ‘new school’ y también el ‘neotradicional’».

Son dos vertientes que se parecen mucho entre ellas, pero con pequeños matices que las diferencian. La primera es muy demandada por lo llamativos que son los tatuajes, con numerosos colores de pigmentos brillantes y degradados que, hace años, parecían impensables. Y, cómo no, el minimalismo: los tatuajes chicos que cualquiera puede llevar, «que no supone una decisión difícil».

Los cambios

Pero probablemente dos de las cosas que más han cambiado en el mundo del tatuaje son, por un lado, la cantidad de especialistas que hay hoy en día en cada estilo y la dinámica a la hora de llevar a cabo el trabajo en sí. «Un cliente llegaba antes y escogía de un catálogo el diseño que se iba a tatuar. Había de pajaritos, corazones, anclas... Sin embargo, ahora la gente ya viene con una idea que ha visto en algún lado y el tatuador le asesora al detalle, un trato personalizado. Asimismo, puede elegir a la carta quién quiere que le tatúe el cuerpo».

Diferentes utensilios para tatuar en su taller de Cáceres. SAMUEL FERNÁNDEZ

El tatuaje nace de una conversación entre el creador y sus clientes. «Siempre me cito con ellos una vez antes del día del tatuaje (mínimo). Ahí construimos el boceto, el dibujo que tatuaré en su piel el día de la cita definitiva. Es la parte que más me divierte de todo el proceso, la creación. Les escucho y les hago una serie de preguntas. Trato de saber en qué momento de su vida están, cómo se encuentran y qué quieren expresar en ese instante tan especial. Están dispuestos a hacerse una cicatriz a sí mismos y yo les ayudo a conseguirlo. Me encanta», manifiesta.

Internet y las redes sociales (@Little_tai13 y @The_whitesharktattoo) han disparado la popularidad de Francisco, que se acaba de lanzar a grabar vídeos para que los amantes de la tinta entiendan cada vez más sobre este bello universo. «No tengo ni idea de los tatuajes que llevo, me he tatuado más de 70 veces», confiesa mientras en su cuenta de Instagram puede leerse con guasa gaditana: ‘Va uno de Cádiz y abre un estudio en Cáceres, pisha’