¿Cómo no va a tener gancho algo tan apasionante y misterioso como los mares y su cuidado? Hay un romanticismo que atrae, además son uno de los principales pulmones del planeta. Que la salud de los océanos y la nuestra van de la mano bien lo sabe Arturo Jiménez (17/03/1994, Cáceres). Este joven es graduado en Ciencias del Mar por la Universidad de Cádiz y tiene un máster en Biología Marina (Vigo). Ahora reside en Barcelona. Se encuentra trabajando en un proyecto en el Instituto de Ciencias del Mar (ICM), ubicado en el popular barrio de la Barceloneta, para mejorar la selectividad de las artes de pesca, con el fin de que las redes de los barcos puedan atrapar mayoritariamente las especies que se van a comercializar, analizando el tamaño de las diferentes capturas y la supervivencia de algunas de ellas que llegan a bordo de las embarcaciones con vida. Las investigaciones se llevan a cabo con fondos europeos y cuenta con la colaboración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). 

Su equipo actúa en el litoral de la región catalana y de la Comunidad Valenciana, llegan hasta unas profundidades de 600 y 800 metros para atrapar gambas blancas y rojas, estas últimas pueden alcanzar los 200 euros el kilo. A menor hondura, entre los 100-300 metros, suelen atrapar merluzas, salmonetes, rapes, boquerones, sardinas, caballas, cigalas y peces más raros.

Jiménez relata que «las rayas, tiburones, crustáceos alevines y otros animales pueden sobrevivir si son manipuladas de forma adecuada». Así los arrastreros deben soltar dichas capturas, con los consiguientes beneficios para el ecosistema marino, la especie y el propio pescador, «porque la pesca vuelve con vida al mar, lo que contribuye a realizar buenas prácticas pesqueras», añade el experto.

‘Netastoma melanorum’. EL PERIÓDICO

El científico cacereño está a caballo entre el laboratorio y las embarcaciones de los pescadores, con el personal encargado de redactar todos los datos de las muestras de los peces y mariscos obtenidas. «Valoramos las características selectivas de distintos copos de pesca con varios tamaños de malla. Así sabemos cómo se comportan las especies dentro del copo y cómo se mueven para intentar escapar. De ese modo se sientan las bases para diseñar artes más sostenibles y efectivas, con la finalidad de minimizar los efectos de la pesca en el entorno natural», apunta.

«Buscamos estrategias para reducir los descartes pesqueros mediante estudios de selectividad por especies y tamaños para evitar la captura no deseada», señala.

¿Hay cada vez más conocimiento sobre los océanos y mares? «El 80% del océano está inexplorado. En general, el medio marino es bastante desconocido. Se necesita más inversión económica en investigación», lamenta Jiménez. 

‘Chauliodus sloani’. EL PERIÓDICO

Decía el genial arquitecto catalán Antoni Gaudí que los habitantes de los países bañados por el Mediterráneo sienten la belleza con más intensidad. Pero, ¿cuáles son los principales peligros que afectan al litoral? «La sobrepesca, los residuos plásticos, contaminación, la acidificación de las aguas, el cambio climático...», responde. Él admite que «el primer paso para conservar y proteger la ecología marina es conocerla muy bien». 

¿Y qué se estudia en Ciencias del Mar? ¿Es sólo biología marina o hay más? «Mucho más. Es una carrera muy interesante. El alumno recibe formación biológica, de oceanografía física, conoce lo que es el medio marino», explica este explorador de los océanos que lucha sin desmayo por hacer de nuestros mares lugares más sostenibles y respetuosos con un mundo cada vez más castigado por la mano del ser humano.