Que Italia es cuna de arte clásíco es un hecho que no admite discusión. En su historia alberga mitos, leyendas y dioses que han servido de legado para los artistas hasta la actualidad. Bien puede dar testimonio de esa herencia, la histórica y la artística, Luis Miguel Vaz-Romero (Perales del Puerto, 1962), que de nuevo recorre la geografía del país vecino con su obra. 

En él se personaliza aquello de que no hay dos sin tres. Ya en 2019 el cacereño formó parte de la primera bienal internacional de arte contemporáneo de Etruria, una iniciativa privada que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Roma Centro, el Consejo de la Región del Lazio, Ayuntamiento de Florencia y el Consejo de la Región Toscana. En esa primera edición fue seleccionado por su trabajo ‘Sátiro y Ménade’ y realizó dos paradas por las salas del país, la primera fue en Roma, en la sala del Consejo del Primo Municipio de Roma, junto al Circo Máximo de Roma y la segunda en el palacio Bastogi de Florencia, espacio que ha albergado piezas como la Mona Lisa de Leonardo. 

En esta ocasión, según pone de manifiesto el cacereño, la muestra en la que participa, también con el mismo trabajo a petición de la propia organización, tiene lugar en esta ocasión en la localidad toscana de Massa-Carrara, en el centro histórico de Florencia a cien metros de la Galería de la Academia donde se expone el David de Miguel Angel. Aparte de esa obra en la que representa a los seguidores de Baco, Dioniso para los griegos, deidad del vino y la fertilidad, expone también un tríptico titulado ‘Pensad, pensad, malditas’. 

Esta exposición se enmarca en los actos que organiza la segunda bienal, que se celebra hasta el próximo 30 de septiembre en el histórico palacio de la Rinchiostra-Pamphili de la localidad de Massa-Carrrara. El cacereño junto Pilar Viviente y Gema Perales conforman la delegación española de un cartel conformado por más de medio centenar de nombres de países como Cuba, Rusia, Francia, Canadá, Venezuela, Perú y Sudáfrica, entre otros.