"Hoy nos ha dejado para siempre el bueno de Agustín Molero. Gracias por tan buenos momentos en el Mesón Fleming y en Casa Agustín". La noticia la daba a conocer hoy Antonio García en la página de Facebook Bares Antiguos de Cáceres, de la que es administrador.

La noticia de su fallecimiento ha causado una profunda conmoción, especialmente en el gremio de la hostelería, de la que Agustín era, indudablemente, un histórico. Agustín empezó a trabajar de niño a principios de los 60 en la cafetería Lux de la calle Pintores, de la que se hizo tan famoso el dicho aquel de "Los ricos a Lux, los pobres a Lux Portales". Juanito García llevaba la Cafetería Lux, un negocio que realmente abrieron las dos hijas de León Leal en 1961 pero que a los 9 meses traspasaron a Juanito, hermano de Jacinto, el de La Salmantina, que se implantó en Cáceres en 1930 y que cerró en 2005. Lux nació como una cafetería-librería, tenía el aire de las cafeterías Nebraska de Madrid, de dos pisos y muy modernas. Lux se convirtió muy pronto en la cafetería más distinguida de toda la ciudad.

Después Agustín pasó por Los Pepes en la plaza de América, Lidia en Reyes Huertas y Gironés en la plaza de San Juan antes de quedarse junto a sus hermanos Juan y Manolo (fallecidos ambos) con la cafetería de la Casa Sindical en 1966. Los hermanos Molero trabajaban en la cafetería, pero también lo hacían sus mujeres: la de Juan, Rosa Molero, que era de Arroyomolinos; la de Manolo, casado con Pepi Muriel, y la de Agustín, que por entonces era novio de Juani Galán y que ayudaba a partir el pan de los bocadillos. El negocio llegó a tener numerosos empleados: en la cocina había cuatro mujeres, la señora Lola, la señora Amelia, la señora Agustina y Alfonsa. Por Sindicatos pasaron muchos camareros: Diego, Pepito, Hilario, Santiago, Manolo, Félix Cancho... todos ellos impolutos con chaquetilla blanca, pajarita o corbata y pantalón negro porque en esa época ni Dios se ponía con un jersey detrás de una barra.

La cafetería de Sindicatos fue un boom en Cáceres, con cañas de cerveza a 2,50 pesetas, el vino a 1 peseta, el café a 3, la copa de coñac a 3,50, aunque lo que en verdad triunfaron en Sindicatos fueron los bocadillos de calamares a 5 pesetas que como estaban tan buenos se vendían por un tubo.

Los calamares los compraban los Molero en Salgado y también a Quico Rodríguez, que tenía su pescadería en Obispo Segura Sáez. El pan se lo traían por sacos de la Romualda y hasta 500 bollos se gastaban en bocatas en menos que canta un gallo.

La cafetería sindical prestó servicio durante cuatro años, llegaron nuevos gerentes y decidieron suprimirla, así que los hermanos Molero compraron en 1970 por 1 millón de pesetas el bar que Quico Rodríguez el pescadero acababa de construir en Doctor Fleming y al que puso por nombre Fleming (que fue luego el Taranto). Fleming tenía 140 metros, una barra de 13, una celosía en medio y al fondo, la cocina. Por Fleming pasaba todo Cáceres, con aquellos cubatas a 12 pesetas que aquello fue ya la releche.

Pero lo que más sensación causó en Fleming fueron los platos combinados, porque los Molero fueron casi pioneros en servirlos en la ciudad. Costaban 125 pesetas y los había con huevos fritos, con ternera, con pollo, con patatas, con postre, con vino, y así un listado de hasta 15 platos combinados distintos.

En Fleming trabajaban la señora Amelia, la señora Juana la Cañona, que hacía la limpieza y era bajita y tenía una fuerza descomunal, tan descomunal que un día logró frenar una pelea cuando agarró por la espalda a uno de los implicados, y se acabó la presente historia.

En Fleming, Leonor, la madre de los Molero, ayudaba a pelar patatas, y el día de Nochevieja era muy especial para los Molero porque se juntaban los hermanos, las cuñadas, los sobrinos, todos juntos en bellísima armonía, y cantaban y bailaban y compartían los buenos deseos del año venidero con botellas de cava, y aquello era maravilloso.

La unión familiar

Muchas Nocheviejas, clientes habituales también se sumaban a la fiesta, los de la diputación, los de la Caja Rural que estaba en Fleming donde ahora está Unicaje, los de Crae, que era un almacén de electrodomésticos que estaba enfrente del Banco de España... La Madrila Alta empezaba entonces a despuntar, con el Ok, que ahora es Carpe Diem y que abrió Genaro Rodríguez. Por allí también estuvieron Tropicana, Kioto, Pulido...

Los Molero atesoraban una trayectoria llena de trabajo, trabajo y más trabajo. Días enteros, codo con codo, nunca un mal gesto entre hermanos y cuñadas, nunca una mala palabra, y cuando el techito del cielo se llenaba de estrellas tras la interminable jornada siempre había un momento para la sonrisa.

Entretanto, los hijos de los Molero, entonces muy pequeños, compartían juegos a las puertas del Fleming. Una tarde llegó la hora de comer y se dieron cuenta de que los niños no estaban en la puerta, y venga a buscarlos, y venga a buscarlos, dieron 50 vueltas y los pequeños no aparecían, hasta que un señor entró en la cabina que había en la calle Doctor Fleming para llamar por teléfono y los encontró dormiditos en el suelo. Estaban todos menos Juanjo, que ni corto ni perezoso se había ido al patio que había detrás del hospital, que por allí se cobraba entonces la contribución. En ese patio vivía Cortés, que era inspector de policía, quien alertado de que un niño estuviera solo cantando en el patio a esas horas de la siesta, recogió al muchacho. "¿Y tú de quién eres, hijo?", preguntó Cortés, a lo que la media lengua de Juanjo contestó: "Soy de Fleming". Y problema resuelto.

En 1978 Manolo dejó Fleming y se fue a Médico Sorapán donde tras poner una ferreteria abrió otro bar al que llamó Fleming 2 y en el que Pepi, su mujer, preparaba las mejores patatas bravas de Cáceres, hacía tantas que cada semana gastaba 50 kilos de patatas. Agustín y Juan cambiaron de bar a bodegón, pero al tiempo Agustín se fue como abastecedor de La Colina hasta abrir en Antonio Floriano Cumbreño Casa Agustín en el que Juani, su mujer, cocinaba las famosas conchas rellenas. Juan siguió en Fleming hasta que cerró, compró un terreno en su pueblo y puso una granja de ranas con Calixto Cañamero, del Bar Cali. Toda una vida, todo un referente que hoy nos ha dicho adiós.