Catelsa iniciará su ERTE la próxima semana paralizando su producción hasta noviembre. Según confirma la dirección de la empresa el expediente de regulación temporal de empleo arrancará el 25 de octubre y hasta el 2 de noviembre, la compañía paralizará su actividad. Será a partir de noviembre y hasta el primer trimestre de 2022, según como avance la situación, cuando de forma semanal se interrumpirá la actividad de la empresa al menos un día. El responsable de la compañía Jean Luc Wisniewski expone a este diario, que las instalaciones estarán operativas semanalmente en función de la demanda de clientes y el suministro de microchips, un material que escasea a nivel mundial y razón por la que Catelsa ha decidido aplicar un proceso para reajustar la producción a la plantilla sin necesidad de momento de plantear despidos. 

Este ERTE afecta a 231 trabajadores de los 240 que tiene la plantilla, prácticamente la totalidad de los empleados, y empezó a negociarse este pasado 13 de octubre. Este lunes, de nuevo, comité y empresa volvieron a reunirse para perfilar los detalles del acuerdo de jornada laboral y compensaciones económicas. Según confirmó Wisniewski, de la misma manera que el primer encuentro, la reunión transcurrió en un clima de diálogo y entendimiento con los delegados sindicales comandados por UGT, que aglutina el grueso de representación en la empresa. Este diario intentó reiteradamente en la tarde de este lunes contactar con representación del sindicato en la compañía pero no atendieron las llamadas.

Así, en un ambiente de cordialidad se definió este lunes la dinámica laboral que se desarrollará a lo largo de los próximos meses. Queda pendiente en cualquier caso ultimar los detalles sobre la compensación económica definitiva que recibirán los trabajadores. Para ello, la empresa emplaza a una nueva reunión mañana miércoles, 20 de octubre a media mañana, para cerrar el acuerdo que entrará en vigor en los próximos días y permanecerá activo durante los próximos seis meses. 

De momento, en el ámbito económico sí se respetarán cuestiones que se mantuvieron intactas en los dos expedientes de regulación de empleo anteriores y la compañía abonará pagas extra y vacaciones. Lo que queda por acordar es el porcentaje que abonará la empresa a los trabajadores que se encuentra en una horquilla hasta el 30%. Este lunes planteó la compañía que este porcentaje fuera de un 10% pero los sindicatos reclamaron que la cantidad sea superior.  

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Del mismo modo, Wisniewski avanzó que para supervisar la evolución del ERTE de los próximos meses, otro de los acuerdos a los que se llegó este lunes en la reunión con sindicatos pasa por crear una comisión de seguimiento que se reunirá cada miércoles a partir de noviembre para definir los horarios y detalles con una semana de antelación y las jornadas en las que deberá paralizarse la producción de la fábrica en función del suministro de microchips y la demanda de clientes.

Las dos crisis: covid y microchips

El que negocia la empresa esta semana no es el primer ERTE al que se enfrenta la plantilla de Hutchinson-Catelsa, considerada la gran industria de Cáceres, en menos de un año. Fue en mayo de 2020 cuando la compañía anunció un primer expediente de regulación de empleo para prácticamente la totalidad de la empresa. Arrancó el 13 de abril y se mantuvo efectivo hasta junio. En ese momento, afectó a una reducción de jornada y suspensión de contratos y estuvo justificado en la caída de la producción hasta en un 80% debido a la crisis del coronavirus, que había paralizado o ralentizado la producción automovilística en los principales clientes como Toyota o Renault en el periodo del confinamiento de la primera ola. 

Cuando estaba previsto que finalizara este primer ERTE, la empresa presentó un segundo expediente, en este caso, se prolongaba hasta diciembre e incluía el despido de un 20% de la plantilla, alrededor de cincuenta trabajadores. En este caso, las negociaciones entre el comité y la dirección no fueron cordiales y de hechos los sindicatos anunciaron su impugnación. En este caso, la directiva justificaba este segundo ERTE en la incompatibilidad de mantener los 250 puestos que componen la plantilla hasta 2025 con las actuales cifras de producción. Para sorpresa, esta situación dio un giro inesperado en septiembre cuando la compañía ante un aumento de la actividad en uno de sus principales clientes en Vigo, decidió revocar los despidos y recuperó la actividad. De hecho, la empresa anunció la contratación temporal de 12 empleados para hacer frente a ese aumento exponencial de la demanda. 

Tras un año de crisis de coronavirus hace frente la industria cacereña a otra crisis mundial provocada por la escasez de microchips, una pieza fundamental para el sector automovilístico. Este desabastecimiento es una de las secuelas que deja de forma indirecta la crisis sanitaria, que provocó un aumento de teletrabajo y como consecuencia, del uso de aparatos electrónicos, que también usan este componente eléctrico.