La mañana del 22 de mayo de 2011 Elena Nevado se levantó temprano y subió andando al santuario de la Montaña confiando en la victoria. Tenía 44 años y esa noche electoral un abrumador tsunami electoral la convirtió en la alcaldesa con más votos de la historia de la Democracia. No era la primera vez que la abogada se encomendaba a la Virgen. Lo ha hecho, asegura, desde el momento en que nació "porque desde mi habitación se veía el santuario". Su casa está llena de estampitas de la patrona y fue famosa aquella imagen de un pleno en la que de su cartera sacó una de esas estampas para presumir de devoción y cacereñismo. Ayer por la noche, la Junta de Gobierno de la Real Cofradía de la Montaña acordó en el transcurso de una reunión nombrarla pregonera del novenario, acto que se celebrará el próximo 19 de abril a las siete de la tarde en el Gran Teatro y que será el preludio de nueve días históricos para la ciudad porque, si la pandemia sigue el transcurso descendente, todo hace apuntar a que la Reina de Cáceres tendrá procesión, después de dos años suspendida a causa del coronavirus y novena en Santa María con Ángel David, deán de la concatedral, como predicador.

Nevado, ayer en el santuario. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

"Se me puso la piel de gallina cuando el mayordomo, Juan Carlos Fernández Rincón, me llamó para comunicarme la noticia", ha confesado la exregidora, que desde el 18 de junio de 2019 es diputada autonómica en el Parlamento de Extremadura por el Partido Popular. Casada con el también abogado Moncho Notario, Elena Nevado es madre de dos hijas, María José y Rocío.

Hija del joyero cacereño Rosendo Nevado y Pepita del Campo, Nevado creció en el seno de una familia de siete hermanos. Su padre comenzó reparando y vendiendo relojes en una caja de zapatos hasta crear Nevacam, la joyería más acreditada de toda la ciudad. Fue su abuela materna, Magdalena "que era más buena que na", quien inculcó en Elena su amor a la Montaña. Con la familia a cuestas, la matriarca encabezaba la fiesta en el santuario los días de romería, coincidiendo con la Procesión de Subida de la Virgen el Día de la Madre. Era una costumbre que ese domingo repetían miles de cacereños, sentados en las peñas con los manteles de tela de cuadros y las fiambreras de tortilla de patatas, filetes empanados, chorizo y vino de bota, en un fotograma castizo donde los haya que desgraciadamente el paso del tiempo ha terminado borrando.

Elena Nevado, ante la patrona. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Para Nevado "es una emoción y una responsabilidad" pregonar a la Virgen. "Donde yo vaya la Montaña está conmigo. Es la que me acompaña cuando todo viene mal. La patrona está junto a mí en los momentos bonitos, es un consuelo, está en mi ADN. Es algo que trasciende a lo religioso, es una forma de ser, una forma de vida. No sé cómo explicaré por escrito todos estos sentimientos tan profundos el día del pregón", asegura.

"En los plenos me ponía su imagen al lado y le decía: Tú me vas a dar la tranquilidad que necesito". Y es que en lo malo y en lo bueno ha estado presente la Virgen de la Montaña en la vida de Elena Nevado. Cuando se casó se marchó a vivir a Huelva. A Cáceres viajó para parir a sus niñas y subirlas al santuario para pasarlas por el manto, costumbre que siguen repitiendo las madres que dan a la luz y que profesan fe a la patrona. Es un gesto tradicional e inmemorial que pasa de generación en generación y cuyo objetivo es postrar a los infantes ante la Cacereña Bonita para que ésta los proteja de todo mal y les dé mucha salud.

Elena Nevado fue la primera mujer alcaldesa que acudió a la procesión vestida de mantilla. Ni un año falló. El último, cuando le tocó dejar la alcaldía: "Lloré al entregarle el bastón de mando. No lo hacía desde que había muerto mi padre, que hoy, desde allá arriba, seguro, debe estar muy feliz". Tan feliz como está Elena por este reconocimiento, por este honor para cualquier cacereño de pro: pregonar a su patrona, Nuestra Señora la Virgen de la Montaña.