La plaza de toros es un edificio que está infrautilizado y, en cierto modo, también abandonado. Ya no se trata de que haya o no una subvención a un empresario taurino, ni el debate político que esto origina, ni sus consecuencias, ni siquiera si debe haber o no toros, todo esto merece otro análisis, sino que se trata de dar un uso a un bien que lleva demasiado tiempo de espaldas a la ciudad. No pueden pasar cinco años dando vueltas a la reforma de su cubierta. La plaza de toros es un bien de interés cultural, se tiene que conservar porque es un edificio singular. Nadie cuestiona que se tenga que intervenir en la muralla ni en la necesidad de su reforma, evidentemente no son bienes comparables, la muralla, eso no se pone en cuestión, tiene un valor muy superior, pero desde 2010 la ciudad se ha dotado de un catálogo de bienes a proteger y uno es la plaza de toros, que lleva años esperando una reforma y que se tiene que conservar y mantener porque la historia de la ciudad está también en sus edificios.
Esta semana se ha debatido de la plaza de toros, de su reforma y de la ausencia de una feria taurina en una ciudad donde hay bastante afición.
Que había que arreglar la cubierta de la plaza de toros ya se sabía en noviembre de 2016, cuando se incluyó como una obra a realizar por la empresa que se quedase con la explotación de la gestión del recinto, pero esa condición se suprimió porque se llegó a la conclusión de que ningún empresario asumiría ese coste. Se sabía en febrero de 2017, cuando en el pleno del ayuntamiento se dio prioridad a la adecuación de la instalación eléctrica de la plaza y al sistema de protección de incendios. Se conocía en mayo de 2019, cuando la junta de gobierno del ayuntamiento decidió que se invirtiesen 360.000 euros en su reforma. Se conocía en febrero de 2020, cuando el pleno de la corporación local aprobó que se actuase en el tejado de la plaza.
Pero ya estamos en noviembre de 2021 y aún no hay nada. En la práctica no hay ninguna obra y nada hace pensar que vaya a iniciarse en breve porque el expediente tiene que volver a la Comisión Provincial de Patrimonio, que debe dictaminar sobre el proyecto porque se actúa en un bien que es de interés cultural. La comisión ha pedido información complementaria sobre el proyecto que tendrá que estudiarse en su próxima reunión ordinaria, lo que significa esperar más.
Y en cuanto al uso, se puede hacer mucho más que esperar a que alguien pida una cesión para un espectáculo puntual. Que no haya subvención, en una decisión que es política, no impide que se convoque un concurso para la gestión y explotación del recinto, si el ayuntamiento no tiene medios para gestionarlo directamente.
Ya se intentó en 2018 sin subvención y no funcionó porque el concurso quedó desierto. Pero se puede intentar con otras condiciones que favorezcan que alguien se interese por la gestión del recinto. Es mejor eso que no hacer nada y tener el edificio vacío. Se puede sacar un concurso en el que el canon a pagar por el empresario no puntúe tanto, en el que las propuestas de las empresas para llenar de contenido el recinto (no solo durante la temporada taurina con festejos en San Jorge y mayo, sino además con actividades de ocio, culturales o recreativas) sea uno de los criterios que dé más puntos, y en el que el tiempo de concesión no sea solo de dos años, sino de lo máximo que permite la ley para este tipo de contratos de servicios:cinco años con prórroga para que la rentabilidad, si no es a corto, pueda ser a medio plazo.
Ya hasta el palacio de congresos y auditorio, otro edificio durante años infrautilizado, aunque por la pandemia ha tenido una utilidad como centro de vacunación, tiene ya mucha más actividad que la plaza de toros.