Durante años Antonio Molina, su mujer y sus tres hijos vivieron en un piso de Ródano de Cáceres hasta que compraron un solar en la calle Jilguero y construyeron su casa. Desde hace años sufren la ausencia del barrendero. «Lo echamos en falta», asegura Antonio, escoba en mano, harto de repetir cada mañana el mismo ritual para dejar la vía como un patena.

«No meten las máquinas. En la calle hay dos multitiendas y cuando nos levantamos está todo lleno de papeles, sucio, y ahora plagado de hojas que caen de los árboles con la llegada del otoño», asegura Molina, un hombre muy querido y respetado en la barriada cacereña de Aldea Moret donde desde siempre ha realizado muy buenas causas sociales.

«Solo vienen a limpiar dos días a la semana, así que lo hacemos nosotros. Llenamos varias bolsas al día y las tiramos al contenedor. Las calles están muy dejadas y se producen atascos de agua sucia. Si las cosas no mejoran comenzaremos a realizar una recogida de firmas», precisa Antonio Molina.

No solo la calle Jilguero está afectada por esta situación; ocurre lo mismo en la Paloma. «Hay árboles gigantescos y están sin podar. Se producen muchos atascos en las cañerías, que son de un material muy antiguo y nunca se han cambiado», relata el afectado. La misma dejadez presentan los acerados. «Pedimos que los arreglen porque ya ha habido caídas de gente que se han dañado las rodillas», añade el vecino.

Otro asunto que inquieta es el incumplimiento de los límites de velocidad. «No se respetan y esta es una zona en la que hay muchos niños. Además es un área muy transitada ya que enfrente tenemos la iglesia evangélica».

Molina apunta que ha remitido varios escritos al equipo de gobierno pero que «hasta la fecha no ha recibido respuesta. Nos habían prometido que lo iban a arreglar pero lo han metido en los escritorios del ayuntamiento»