Ha pasado poco más de un mes desde que se marchó y en estos días, desde los más diversos ámbitos, mucho se ha dicho y escrito sobre su persona, carisma, prolífica vida y obra y dedicación a su ciudad, Cáceres. Este 20 de noviembre, César García González hubiera cumplido años, 72, para ser exactos. 

Casi 72 años de existencia que estuvieron íntima y estrechamente ligados a su adorada tierra donde tantas personas, quien más y quien menos, llegaron a tratarle en algún momento. Fue un Poli…facético, como solía comentar bromeando, que a lo largo del tiempo tuvo ocasión de tocar muchos y muy distintos palos. Eso le llevó a relacionarse con personas de cualquier clase y condición a las que tuvo la decencia, la coherencia, de saber respetar por igual Y, quizá por eso, las muestras de cariño que hemos recibido desde su marcha han sido abrumadoras.

Estas líneas en nombre de su mujer, sus hijos y hermanos, de su familia toda, parten desde el más profundo y sincero agradecimiento. A nuestro alcalde, como primer ciudadano, y a la corporación municipal por decretar una jornada de luto oficial. A sus compañeros de la Policía Local que regalaron un inolvidable homenaje, portando con respeto el féretro sobre sus hombros tras un paseo postrero al cortejo fúnebre por las calles de la ciudad. Agradecimiento a quienes, pese a estos tiempos de miedos e incertidumbre, se acercaron al tanatorio y al templo de Santiago de los Caballeros y le dedicaron un cariñoso aplauso al salir de allí por última vez. A los que, personalmente o en redes, nos han regalado estos días abrazos, gestos, palabras,...

Son emotivos recuerdos que guardaremos en la memoria para siempre y que harán comprender a sus nietos, con el tiempo, la magnitud de la figura de su abuelo. 

Se nos ha ido un ser extraordinario, generoso, lleno de luz y sabiduría. Se ha marchado un marido, padre, hermano, amigo, jefe, compañero, consejero, pero, sobre todo, un vecino cacereño muy orgulloso de serlo.

Tras de sí deja un legado, una estela de amor a Extremadura y sus cosas. Recojamos el testigo, cada uno en su terreno y, como él nos enseñó con su ejemplo diario, hagamos de nosotros, de nuestra ciudad, nuestra tierra y lo nuestro, algo que sea digno de recordar porque tenemos un tesoro en las manos, bajo los pies y alrededor. Él siempre lo supo y, presumiendo de ello, lo compartió con quien quiso escuchar.

Muchas gracias, Cáceres.

(Familia de César García González)