La tierra que siembra, siempre recoge. La tierra que cuida con mimo y sosiego, sin las prisas que lo engullen todo a su paso, siempre recoge sus frutos. Y quiera la tierra o no, cada fruto es su hijo, cada uno es heredero de donde nació, creció y murió. A todos marca la tierra, vástagos por obligación, para fortuna o desdicha. Y si hay que hablar de tierra fértil, de una que haya marcado a sus retoños con su cauce, el Marco cacereño cumple el cometido. 

Fue precisamente de todos aquellos hijos que engendró la ribera de los que habló este sábado el periodista de este diario Miguel Ángel Muñoz. Él fue el encargado de dar cierre a una jornada en la que expertos en diferentes materias abordaron la realidad del río cacereño y debatieron sobre el Calerizo y aplaudieron su especial vegetación. Muñoz puso broche a las jornadas, las sextas ya, que organizan los Amigos de la Ribera en la biblioteca pública para visibilizar la zona degradada desde hace años y para reivindicar su riqueza y su cuidado. Hoy tendrá lugar una plantación de olmos en la Huerta del Conde con una veintena de escritores cacereños. 

Para ello contó con la periodista de este rotativo Rocío Sánchez para que diera arranque a la ponencia. En su intervención, agradeció a Miguel Ángel Muñoz que le llevara de la mano a través de sus textos como guía para conocer la ciudad y su «río». Aprovechó también para hacer alegato a favor del periodismo local y de la pluma del ponente a la hora de descubri la «esencia» y las «raíces» de Cáceres. Intervino también para interpretar varios temas el músico Antonio Luis Suárez, que acompañó al piano las letras del periodista. 

Hubo también momento en memoria de la escritora Almudena Grandes, fallecida este mismo sábado, a la que Muñoz recordó como la escritora que noveló la épica de los perdedores, y tras un minuto de silencio, retrató el paralelismo de su simbólico fallecimiento la jornada en la que se aborda la realidad de la ribera cacereña, otro espacio de referencia también para esa épica de los que pierden. Puso énfasis Muñoz en las letras a los hortelanos, a los padres de la tierra, y a las madres del Carneril, a las del barrio de la teta negra, y a todos sus hijos, a las soldaeras, a Rosita, a todos esos frutos que década tras década ha dado el Marco y finalmente quedaron en su cauce a la espera de que alguien los recordara