Nadie podrá decir que la ribera de Cáceres no ha servido de inspiración para la literatura. Décadas y décadas de textos se han servido de su paisaje y de su riqueza para componer los relatos de generaciones. Ahora, como tarde o temprano todo regresa a su cauce, la literatura devolvió a la musa del Marco lo que durante años le ha ofrecido de forma desinteresada: las letras.

Así, tras una semana en la que la biblioteca se ha convertido en epicentro del debate sobre el pasado, el presente y el futuro del Marco, los Amigos de la Ribera quisieron poner broche sobre el propio terreno con una plantación de olmos más singular de lo habitual. Cada árbol de los que se plantaron este domingo junto al cauce lleva el nombre de una firma reconocida en la literatura local. 

Entre los nombres que estaban convocados a la llamada de la tierra se encuentran Irene Sánchez Carrón, Álvaro Tejerina, José Ramón Alonso de la Torre, Rosa Lencero, Pilar Galán, Juan Ramón Santos, Ada Salas, Javier Pérez, Carmen Hernández Zurbarán, José María Cumbreño, Pilar Bacas, Cora Ibáñez, Soledad García, Eugenio Fuentes, Victoria Pelayo, José Cercas, Pilar Alcántara, José Cercas, Jesús María Gómez Flores, Salvador Vaquero, Carmen Ibarlucea, Pureza Canelo, Julio César Galán y Basilio Sánchez, entre otros, este último de hecho fue el encargado de dar colofón a la plantación. 

De esta manera, desde este domingo crecen a la altura de la Huerta del Conde más de una veintena de ejemplares de olmo resistentes a la grafiosis que ha donado el gobierno central desde su vivero en Madrid que, además de llevar la literatura en sus raíces, serán geolocalizados por el Servicio de Información Geográfica (SIG) para controlar su evolución. El acto consistió en un paseo desde el centro de creación joven, lugar del que partió la comitiva, hasta la ubicación de la plantación, y contó como no podía ser de otra manera con una dedicatoria para la escritora Almudena Grandes