Va a hacer 41 años que Aureliano García Esteban llegó de Ciudad Rodrigo. Poco después, junto a su socio, Goyo, abrió un pub en Doctor Fleming de nombre Makao sin entonces darse cuenta de que con el tiempo pasaría a formar parte de la historia de la hostelería cacereña. Ahora Nano, como popularmente se le conoce, se jubila después de una larga trayectoria detrás de la barra.

Nacido en 1954, empezó a trabajar a los 15 años; a los 18 se fue al servicio militar y a su término se marchó de camarero a Barcelona, luego a Ibiza y posteriormente a San Sebastián. De vuelta a Ciudad Rodrigo, un cliente le comentó que el Club de Tenis Cabezarrubia de Cáceres necesitaba un abastecedor. Así se escribe su aterrizaje en la ciudad junto a su mujer, Claudina, (son padres de tres hijos).

La labor enseguida la compaginó con el bar del Instituto El Brocense, el primer año que se hizo mixto. Coincidió que en aquella época Nano se estaba leyendo un libro del que le llamó la atención la ciudad de Macao, que es oficialmente la región administrativa especial de la República Popular China. Justo en ese momento, un hermano de su socio iba a abrir en Ciudad Rodrigo un bar de bebidas hawaianas, modalidad que estaba triunfando en Madrid. Entonces pensó que seguramente sería una buena idea probar suerte en Cáceres. Y Makao, con K, abrió sus puertas el mes de mayo del año 1981.

Precisamente, en marzo se había inaugurado Charol (al lado de donde están ahora Los 80) y en abril, Lennon (según bajas la cuesta del Martina, enfrente). En agosto fue el turno de Samoa (donde estuvo La Lola) y al año siguiente, Liverpool, también por Doctor Fleming.

La Madrila (alta y baja) estaban en plena efervescencia. Los bares ya estaban llenos a las cinco de la tarde, y Cáceres se rindió a los pies del café irlandés y de los cócteles de Nano en este local de decoración tropical que sigue intacta y que causó verdadero furor. ¿Quién no recuerda el Alexander, el Coco Loco o el San Francisco? Deliciosos y siempre preparados con el mimo y la profesionalidad de este genio.

En 1983 abren otro Makao en Mérida, Goyo se ocupa del de Mérida y Nano se establece de forma definitiva en la ciudad. Han pasado 37 años en los que se guardan decenas de anécdotas, como la de aquel cliente que se quedó dormido en el cuarto de baño. Y ahí sigue Makao, siendo testigo del paso de la tercera generación de cacereños, abuelos, padres, hijos, y muchos hijos del Extremadura, Pepe Higuero, Matías Rumbo, José María Ortiz, y así suma y sigue.