«Salvar vidas es algo maravilloso. Yo no lo llamaría solo trabajo. Estudié Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid y decidí quedarme aquí porque iba a encontrar más oportunidades formativas y laborales», asegura a El Periódico Extremadura Rodrigo Arroyo Fernández, cacereño de 27 años. Por esta razón determinó hacer su residencia (segundo año) en el servicio de cirugía torácica del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, en la capital de España. En su agenda de tareas hay un poco de todo: guardias, revisa a los pacientes en planta, planificación quirúrgica y atiende urgencias. «Empiezas a tomar decisiones y a enfrentarte a la medicina real. Estoy contento con la especialidad y con el ambiente, no me siento solo en ningún momento», dice con gran orgullo. 

Una experiencia profesional que se vio alterada por la crisis sanitaria del coronavirus. «Hubo mucha incertidumbre y respeto. Se reorganizó el trabajo y se dejó todo para cubrir las urgencias de los hospitales, porque el sistema sanitario se saturó. Fue una sobrecarga de trabajo absoluto y se hizo frente a la demanda sanitaria de ese momento», recuerda. 

Pese a todo, Arroyo demuestra su vocación. «Te das cuenta del impacto que tienes y del agradecimiento de la gente, lo que es muy gratificante», indica.

Su hospital (gestionado por Quirónsalud) fue el primero en España en ejecutar una cirugía torácica robótica. ¿Es complicado aprender a manejar con soltura esa tecnología de última generación y en qué consiste? «Cuatro brazos robóticos intervienen directamente sobre el paciente. El cirujano los maneja a distancia desde una consola separada unos metros de la sala de operaciones. Facilita la cirugía en sitios inaccesibles y en lugares en los que prácticamente no se podría realizar de una forma laparoscópica. Asimismo, el profesional opera sentado, como si fuera un videojuego. Mayor precisión, menor agresión y eliminación del temblor natural de la mano del especialista son las principales ventajas que ofrece el robot quirúrgico (Da Vinci). Para operar con esta máquina hay que pasar antes unos exámenes al finalizar la residencia, mientras tanto, estamos de segundo cirujano con los brazos del artefacto ayudando al médico principal. Es clave la formación en cirugía robótica, sin duda alguna, el presente y el futuro de la medicina en el mundo», resalta.

¿Quién gana más con esta máquina, el cirujano que opera o el enfermo? «Nuestra acción está centrada siempre en el paciente, ambos ganan. Esta tecnología ofrece mayor seguridad, menor riesgo de conversión a cirugía abierta, menor pérdida sanguínea, menor dolor posoperatorio... Igualmente es beneficiosa para el médico especialista por la mayor precisión, permitir el acceso a campos profundos (urología, ginecología, cirugía general, cirugía cardio-torácica, cirugía pediátrica, otorrinolaringología), una excelente visualización, la utilización de herramientas articuladas con mayor grado de libertad en los movimientos y sencillez para realizar suturas. A esto hay que añadirle menos fatiga», responde el joven talentoso cacereño, apasionado por su profesión.