El fútbol es fútbol. Esta definición tan simple y real del deporte rey es del serbio Vujadin Boskov, entrenador del Madrid de los García. En Cáceres el equipo señera, sin desmerecer a otros, es el Club Polideportivo Cacereño. Muchos de los que somos de esta ciudad tenemos algún recuerdo ligado a este equipo que ha estado en los últimos años entre la Segunda B y la Tercera. Y hemos mirado con envidia como Mérida y Almendralejo, por estar más cerca, o Huesca y Girona, por tener menos o una cifra de población parecida a la de Cáceres, han tenido a sus equipos en Primera.  

El Club Polideportivo Cacereño es actualidad estos días por su estadio y por el acuerdo de compra de los terrenos hace casi medio siglo. El equipo hizo un buen negocio cuando el 11 de mayo de 1976 compró al ayuntamiento los terrenos donde se levantó el Príncipe Felipe. Los adquirió por 7.783 euros, el mismo precio que el ayuntamiento había pagado cuando los compró. El equipo se hizo con esta operación con la propiedad de 5,3 hectáreas, aunque trece años después entregaría una parte del suelo al consistorio.

Esa venta de hace 45 años se hizo con una serie de salvaguardas para que el terreno se destinase al fin para el que se vendió a un precio de coste. Ese fin era dotar a la ciudad de unas instalaciones deportivas. Y para asegurar que esto iba a ser así se ponía, entre otras condiciones, la cláusula de que la utilidad para la práctica del deporte se tenía que mantener durante un mínimo de 50 años. Si no se cumplen estos requisitos, el terreno, con lo que hay encima construido, revierte al ayuntamiento.

Estas condiciones vencerán en 2026, momento en el que la titularidad del suelo sería plena para el Cacereño, sin ningún requisito. Y estas mismas condiciones son las que ahora, en 2021, impiden al equipo hipotecar el estadio para obtener recursos financieros de una entidad de crédito. El terreno y el estadio ya tienen una carga: si no se usa para un fin deportivo revierten al ayuntamiento. Si, por ejemplo, el Cacereño lograse ahora una hipoteca y el año próximo desapareciese, el banco se encontraría con un suelo que ya no sería del equipo, sino del ayuntamiento, con el que el banco no tiene suscrita ninguna hipoteca y que recuperaría la titularidad del suelo arguyendo el acuerdo de venta de hace 45 años. El primero en cobrar, por decirlo así, sería el ayuntamiento y no el banco.

Lo que está pidiendo ahora el Cacereño es que se adelante en cinco años el final de las obligaciones de las condiciones que se pusieron para la venta del suelo. Los informes de los técnicos del ayuntamiento, tanto los del servicio de Patrimonio como los jurídicos, son claros al concluir que esto es improcedente y que no se pueden cambiar las condiciones del contrato antes de su vencimiento; advierten, además, que la modificación de alguna de las condiciones podría ocasionar la nulidad del contrato de venta, aunque en los mismos informes también se plantea que cabría un cambio de condiciones por razones de interés público y siempre que sean por nuevas necesidades o por causas imprevistas. El ayuntamiento le iba a decir no al Cacereño, lo mismo que hizo con una petición similar en 1995, pero al final acepta analizar una alternativa

Hay que buscar una solución y una alternativa, con las salvaguardas que sean necesarias para defender el interés público, para dar una salida al Cacereño. Que no le pase lo mismo que al Madrid de los García que entrenaba Boskov aquel 27 de mayo de 1981 en París y que no se pierda una oportunidad a diez minutos del final porque el fútbol es fútbol, también aquí en Cáceres.