Le gusta el puchero, dice que no ha probado una tortilla como la de su madre, no tiene Instagram y el Papa Francisco es su referente. El obispo electo de Coria Cáceres tomará posesión el 19 de febrero. Ante sí, dos grandes retos: que Guadalupe sea extremeña y frenar la falta de vocaciones. Sencillez y sentido del humor no le faltan a Jesús Pulido Arriero, un toledano de la España rural que abiertamente exclama: «¡Ojalá existiera una bolsa de empleo de sacerdotes!».

-¿Qué ha provocado el retraso en la elección del nuevo obispo?

-Desconozco los motivos. Es cierto que la espera ha sido larga, comparada con otras ocasiones. No obstante, la diócesis ha contado con un administrador diocesano excepcional, Diego Zambrano, designado por el colegio de consultores. Me consta que ha sido un tiempo en el que se ha entregado completamente y todo el mundo le está muy agradecido, a él y a su equipo.

-Usted tomará posesión el 19 de febrero, ¿cómo vive ese momento?

-La sensación es de cierto vértigo, como la que tuvo Jonás. Es la misma que cuando uno se ordena sacerdote: sabe que asume un ministerio que le sobrepasa y que solo con la confianza en el Señor y en la comunidad cristiana se puede asumir.

-Viene del ámbito de la formación de seminaristas en una época de escasez de vocaciones. ¿Cuál es la receta para combatirla?

-Siento decirle que no hay recetas mágicas. Formo parte de la Hermandad de Sacerdotes Operarios y nos unimos para ayudarnos como sacerdotes en el camino de la santidad y para ser más eficaces en el ejercicio de nuestro ministerio: llevamos muchos años sembrando y abonando la tierra. Esa es nuestra misión, no la de recoger los frutos.

-Acaba de recibir la vista del Colegio de Consultores después de que la diócesis haya celebrado un sínodo en el que se han marcado las orientaciones pastorales hasta 2024. 

-Coria-Cáceres va por delante de la iglesia universal, porque ha vivido recientemente el XIV Sínodo Diocesano. El camino sinodal, llega a decir el Papa, es lo que Dios espera de la Iglesia en el tercer milenio: anunciar el evangelio y construir el reino involucrando a todos los cristianos. Es crucial ponernos en sintonía con el Papa. 

-Nació en Santa Ana de Pusa (Toledo). Conoce el mundo rural.

-Mi pueblo tiene poco más de 400 habitantes. Para mí es un orgullo decir que soy de Santa Ana. Un pueblo es una familia de familias. En casa tenemos un árbol genealógico con raíces en el pueblo hasta el siglo XVI. Si Coria-Cáceres es una diócesis rural, para mí será un honor visitar y formar parte de sus pueblos. Mi plan es incorporarme a una iglesia que está en marcha. Quiero compartir sus necesidades y sus alegrías.

-Si el coronavirus no lo impide, en abril la Virgen de la Montaña bajará de nuevo a la ciudad tras dos años. ¿Cómo espera ese momento?

-Con mucha ilusión y espero que se pueda celebrar con normalidad. Me han hablado un poco sobre el novenario de la patrona de Cáceres y también del de la Virgen de Argeme, la patrona de Coria. La Virgen María es una madre a la que podemos confiar nuestros desvelos y encontrar consuelo.

-¿Qué papel juega la Iglesia en estos momentos de pandemia?

-Soy testigo de que la gente se ha sentido muy acompañada por la Iglesia. En la diócesis de Coria-Cáceres, igual que en muchos lugares de España, los sacerdotes han buscado la manera de continuar las tareas pastorales y estar cerca de sus feligreses. A través de las nuevas tecnologías, se han retransmitido eucaristías, reflexiones del evangelio, catequesis… En los momentos más duros de la pandemia, los sacerdotes han seguido celebrando entierros en condiciones excepcionales y extremando las medidas sanitarias. Han sido testigos directos y han compartido el dolor de las familias que no podían despedir a sus seres queridos con normalidad. Los capellanes en los hospitales han seguido atendiendo a los enfermos siempre bajo lo indicado por las autoridades sanitarias, y sin pensar en ellos mismos. En la diócesis de Cáceres, según me han dicho, se ampliaron las plazas de acogida en los centros de personas sin hogar, se ofrecieron espacios a las autoridades públicas por si eran necesarios, se llevaron medicamentos a los mayores en sus domicilios… Cáritas realizó un esfuerzo por la atención y acompañamiento telefónico y gestión de trámites online... Las siete residencias de ancianos de la diócesis, extremando las medidas, siguieron realizando su labor. 

-Llega a una provincia extensa, con muchas iglesias y pocos curas. ¿Contratará a más gente?

-¡Ojalá existiera una bolsa de empleo de sacerdotes! No es tan sencillo. Es cierto que tenemos que repensar el servicio pastoral en las diócesis, encontrar fórmulas para que todos los pueblos estén atendidos. Espero que el sínodo de los obispos nos dé pistas sobre ese nuevo camino de la Iglesia para el próximo milenio.

-¿Qué futuro le ve a la vida conventual?

-Es una gran riqueza para la Iglesia la presencia de la vida religiosa. Es un signo de vitalidad del espíritu, que se manifiesta en la variedad de carismas. Es verdad que, en un mundo que se ha ido secularizando, las vocaciones de especial consagración tienen menos vocaciones. Espero que esta opción radical por el evangelio, por el seguimiento de Cristo, pobre, casto y obediente, siga teniendo una presencia fuerte en la diócesis.

-¿Cómo convencer a un joven de hoy para que se haga monja o sacerdote?

-La familia es la primera responsable de educar para la vida y, por supuesto, de transmitir la fe. Y en la familia es donde nace la vocación de cada persona, donde se aprende a rezar. La pastoral vocacional no consiste en convencer, sino en invitar.

-Existen además casas de acogida, como el Cottolengo de las Hurdes o la Casa de la Misericordia de Alcuéscar. ¿Qué necesidades verán cubiertas con el nuevo obispo?

-Sobre todo la presencia, el apoyo, el aliento y el compromiso con su tarea evangélica al servicio de los más necesitados.

-¿Será usted el obispo que vea a Guadalupe siendo extremeña?

-No lo sé. Es un asunto que está en Roma; que tiene la última palabra. Me consta que los últimos prelados de la provincia eclesiástica ya hicieron los deberes sobre este tema.

-¿Cuál es su comida favorita?

-Todo lo de puchero. Siempre que volvía a casa mi madre me preparaba una tortilla española guisada que no he probado en ninguna otra parte. 

-¿Tiene Instagram?

-No, por ahora tengo Facebook y Twiter, pero casi sin actividad.

-¿Quién quiere que gane la Liga?

-Hace tiempo que no sigo el fútbol, quizás un poco decepcionado. Sigo algo más tenis y el ciclismo sobre todo cuando hay españoles entre los favoritos.

-¿Cuáles son sus pecados confesables?

-Soy bastante sencillo y procuro ser trasparente. Si se refiere a mis aficiones, me gusta caminar, pasear. Me da paz y me ayuda a pensar. Disfruto con la lectura... 

-¿Qué función tienen los medios de comunicación y cómo vislumbra su relación con ellos?

-Vivimos en una sociedad interconectada, en la que los múltiples medios se convierten en cauces de participación. Es necesario un compromiso por la verdad y por la búsqueda del bien común. En su último mensaje en la jornada para las comunicaciones sociales dice el Papa Francisco: «Gracias a la valentía y al compromiso de tantos profesionales hoy conocemos las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación; las muchas guerras olvidadas que se han contado. Sería una pérdida no sólo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad». Esta labor conlleva una gran responsabilidad. En cuanto a mi relación, estoy comenzando a dar los primeros pasos, pero nuevamente cito al Papa: «El desafío que nos espera es, por lo tanto, el de comunicar encontrando a las personas donde están y como son». 

-Y por último, ¿cuándo ha sido la última vez que se ha confesado?

-Hace unos quince días. Solía confesarme habitualmente en los Carmelitas de Talavera. Últimamente, en los de Madrid, pues en Talavera han dejado la parroquia.