«Sean ejemplares en la prudencia que predican». Con este consejo a los concejales cerró ayer Salaya la sesión plenaria poniendo así fin a su ‘semana horribilis’. El alcalde que ha sido capaz de afrontar con templanza la embestida del coronavirus ha flaqueado en la mayor crisis política de su legislatura, seguramente porque afectaba a su compañero y uno de sus mejores amigos, Andrés Licerán.

El mandatario municipal ha mostrado desde el lunes una imagen a la que poco tiene acostumbrada a la opinión pública: esquivo, a veces guardando silencio, otras enojado. Ayer se le vio cansado, cabizbajo pero finalmente abriéndose de manera sincera y diciendo lo que realmente pensaba. De manera que Salaya ofreció la mejor versión de sí mismo.

Quince minutos antes de presidir el pleno compareció ante la prensa para defender al responsable de Seguridad Ciudadana después de que el pasado domingo su mano derecha fuera denunciado por la policía local por no tener la ITV en regla y circular con un seguro caducado hacía un año. El alcalde dijo que no participará «en un linchamiento público» aun sabiendo que para él hubiera sido «más fácil colaborar como un líder incompasivo y mostrar al concejal como una suerte de villano».

Hasta el miércoles por la mañana Licerán había sido su portavoz y concejal de Tráfico. Por la tarde lo apartaba de sus funciones. Fue durante una reunión de varias horas en la que el edil puso sobre la mesa su acta de concejal. Pero el regidor no aceptó su dimisión y pese a la presión de la opinión pública lo ha mantenido en las concejalías de Infraestructuras y Recursos Humanos y ha respetado su liberación.

Salaya habló tan desde el corazón que a sabiendas de que sus palabras serían una bomba de relojería soltó: «No ha matado, ni ha maltratado ni ha robado ni iba borracho». Así defendió a Licerán. De alguna manera el alcalde tiró del Evangelio de San Juan y del pasaje de la mujer sorprendida en adulterio: ‘Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra’. 

Para Salaya el de Licerán es un pecado menor: «Ni los hechos tienen la gravedad suficiente ni el ayuntamiento puede permitirse prescindir de alguien que realiza una labor intachable y un buen trabajo. No sería justo». Aún así no le restó importancia: «Esta situación ha supuesto una pérdida de credibilidad y un comportamiento poco ejemplar», aseguró, pero destacó la «gran capacidad de gestión» de su compañero de filas, especialmente durante la pandemia. El dirigente socialista fue taxativo al afirmar que ni personal ni moralmente podía aceptar esta dimisión.

El alcalde, con rostro cansado, fue humilde al pedir disculpas por «los errores de comunicación» y los momentos que ha guardado silencio en estos días. Reiteró que la credibilidad de Licerán «está gravemente tocada» y que la multa le suponía al edil «una clara pérdida de autoridad cara a la policía local». Indicó que el ya exportavoz «ha generado una mala imagen» y que por eso ha decidido «alejarlo de los lugares en los que su presencia puede suponer un daño a la institución».

¿Qué condicionantes se han producido para que el lunes el alcalde decidiera mantener a Licerán en su puesto y dos días más tarde lo apartara? «Hay que tener la humildad de cambiar de opinión y la capacidad de escuchar. Hay un sentimiento de decepción en la ciudadanía y lo ocurrido ha generado una trascendencia mayor de la que esperábamos», respondió el alcalde. No en vano, la noticia ha recorrido periódicos e informativos de televisiones nacionales, ha generado memes y un sketch de Andreu Buenafuente en su programa en prime time Leit Motiv ha circulado por decenas de whatsapps.

Admitió igualmente que ha sido «muy duro» y que «vista la presión pública y una conversación muy larga con él, le pido que no deje el acta y que se aparte de sus funciones, porque mañana o pasado hay que mejorar un reglamento interno de la policía o solucionar un conflicto policial, que los hay, y todos los ojos irían a parar al concejal».

Durante su intervención, el alcalde estuvo acompañado por sus asesores y personal de prensa, y por las concejalas de Economía, Marian Costa, y Asuntos Sociales, María José Pulido. Precisamente, tal como adelantó este diario, esta última, que era viceportavoz del gobierno, será a partir de ahora portavoz y además de Asuntos Sociales llevará la cartera de Tráfico y Seguridad Ciudadana. De Pulido destacó «su más que demostrada capacidad de gestión». Desde el ayuntamiento se indicó además que el cargo de viceportavoz desaparece y que «las y los concejales tomarán más protagonismo cada uno en su área».

¿Y cómo se produjo la filtración?, preguntó un periodista, a lo que Salaya respondió: «El concejal no tiene intención de investigarlo más. No sabemos cómo se ha filtrado ni cómo durante toda la semana se han publicado datos personales» aún existiendo «la protección de datos».

¿Y por qué detuvo la policía local el coche del concejal? «Parece que fue una casualidad», contestó el alcalde. Y así es. En todo momento los policías locales actuaron con la honradez y profesionalidad que exige su cargo. Se trataba de un control aleatorio y rutinario que se realizó el domingo a las puertas del párking de Obispo Galarza. Además de la ética de los agentes, el sistema informático no falla: el control lo que detecta es la matricula y en ese momento el ordenador registra la infracción. El concejal, de buen grado, y según ha podido saber este diario, admitió los hechos. Plantear siquiera dudas, como se está haciendo en la calle, de por qué los policías abrieron un parte tratándose del concejal (de su jefe en este caso) no ha lugar. Entonces los mandos no hubieran cumplido con su deber ni con la ley.

Todo esto minutos antes de celebrarse un pleno en el que no se admitió la moción de urgencia del PP, que exigía al concejal que entregara su acta y en una semana en la que las opiniones sobre Licerán han alimentado a una jauría de imprudentes. Ya lo dijo Paulo Coelho: ‘El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión’