Valiente el artículo ‘Las cloacas de la Ribera’ de Miguel Ángel Muñoz Rubio del pasado sábado sobre la negra realidad de la Ribera cuyo título denuncia y define mejor que ningún otro su situación actual. Los vertidos de aguas fecales a su cauce son, con diferencia, el mayor problema y el de más difícil solución debido a la fuerte inversión que va a requerir para tratar de corregirlo.

Estos vertidos de aguas residuales se localizan a lo largo de toda la Ribera (tengo contabilizados, al menos, nueve, dos de los cuales vierten aguas fecales de manera permanente, y es posible que haya algunos más porque el acceso al cauce es prácticamente imposible en muchos de sus tramos, otro de los problemas de la Ribera, el de su accesibilidad) y uno de los más visibles es el que se encuentra frente al Palacio de Justicia, aguas abajo del viaducto que cruza la Ribera, por donde surge prácticamente la totalidad del caudal de agua que discurre por su cauce y que tiene en su salida una reja para tratar de retener los residuos sólidos más gruesos que lleva en suspensión (toallitas, plásticos, compresas, residuos orgánicos, etcétera).

Los vertidos, en realidad, son aliviaderos de crecida que se producen cuando llueve debido a que la red de saneamiento es unitaria (recoge, a la vez, las aguas residuales y de lluvia) por lo que debe tener cada cierto recorrido aliviaderos para evitar el colapso o reventón de las tuberías. Los actuales Planes Hidrológicos de Cuenca basados en normativas europeas y nacionales desde el año 2001 establecen, en cambio, que las nuevas redes de alcantarillado deberán ser separativas (aguas de lluvia y fecales se canalizarán por distintas tuberías sin conexión entre ellas).

Va a suponer, como decía, un coste muy elevado tratar de solucionar este grave problema de los vertidos de aguas residuales a la Ribera, solución que debe contemplar además el sacar, alejar, del cauce el enorme colector que desde las traseras del Museo Casa Pedrilla hasta Puente Nuevo discurre por el cauce de la Ribera a la vista de todo el mundo ocupando buena parte de la luz de los puentes de Fuente Concejo, Curtidores y Vadillo y cruzándose de la orilla izquierda a la derecha aguas abajo de Fuente Concejo y, pasado el puente de Curtidores, en sentido contrario, de derecha a izquierda, lo que provoca el estrangulamiento del cauce con el riesgo de taponamientos, desbordamientos y roturas del propio colector durante las avenidas, lo que ocurrió durante las últimas lluvias en la primera semana de diciembre de este año.

El cauce de la Ribera debe quedar libre del colector, el hormigonado del cauce no debe contemplarse en ningún caso, eso sería la muerte de la Ribera, su cauce tiene una pendiente media de 10 m/km y si se le deja libre el caudal ya fluye encajonado sobre el lecho rocoso de cuarcita y pizarra, no necesita en absoluto ningún tipo de canalización.

Es muy necesario que este grave problema de los vertidos de aguas fecales sea cada vez más conocido por un mayor número de personas con el fin de que presionen a las instituciones y éstas no tengan más remedio que mirar hacia la Ribera para procurar su rehabilitación.