Escribo estas líneas cuando los tres reyes de Oriente están a punto de conocer a todos los niños de Cáceres, el tiempo parece que los va a respetar, y todos podrán saludar a estos tres personajes, símbolos de esa ilusión tan imprescindible para vivir, pero que va perdiendo potencia debido al paso de los años y a los desengaños.

¿Quién no recuerda esta noche de sus años infantiles? ¡Pronto a la cama, porque tu rey favorito pasará sin darte cuenta y te dejará todo lo que le hayas pedido! Solo hace falta una cosa, que te hayas portado bien. Salvo algún que otro desengaño, la verdad es que se acordaban de casi todos. En ese ‘casi’ podéis imaginaros lo que queráis.

La pandemia sigue desbocada, y con mucho desconcierto por nuestra parte. Ya nos lo habían avisado, la dichosa letra griega nos traería de cabeza. Menos enfermos graves, pero poco a poco los hospitales comienza a llenarse otra vez, y esto no es cosa de broma. Confinamientos que ponen patas arriba todas las planificaciones de las casas, pues rompen el equilibrio del trabajo personal y las responsabilidades familiares de cada uno. La Organización Mundial de la Salud lo acaba de decir: «Ómicron puede matar, no se debe presentar como una variante más leve».

Cada uno sabe como ha sido su comportamiento en estos días tan señalados, depende con quien hables para que te defienda una u otra cosa. Pero por lo visto y oído, parece que la gente, con la excusa de estar ya cansados, no han guardado la prudencia necesaria y se ha dado mucha aglomeración sin las medidas recomendadas.

Nos dicen que cuando esto pase, cuando lleguemos al dichoso pico del que no conocemos la cima, posiblemente la pandemia comience de verdad a ser derrotada. Digo yo, a algo tendremos que agarrarnos, porque ya no sabemos qué será lo próximo.

Con el comienzo del segundo trimestre en todo el ámbito académico, perece que se vuelve a la normalidad, confiemos en que así sea. Las romerías de los Mártires y de San Blas están ahí al lado, esperamos poder celebrarlas este año, no podemos pasar otro sin los coquillos, las roscas o los cordones del santo.

Un restaurante cacereño de barrio ha felicitado a sus clientes con el mensaje siguiente: «Que Dios nos conceda en este año los regalos que más necesitamos: amor, salud y trabajo». Pues eso.

¡Venga! Mucho ánimo a todos.