Catelsa Cáceres trabaja a pleno rendimiento desde el pasado enero, tras mejorar la fabricación de coches y experimentar, por tanto, un aumento de la producción. La pandemia y la crisis mundial del microchip, que ha puesto en jaque al sector del automóvil, habían obligado a la planta cacereña, denominada ahora Hutchinson, a parar por falta de trabajo. Catelsa opera con clientes como Toyota, Renault, Citroën o Nissan, que tuvieron que cesar su actividad debido a la misma situación (no había microchips, por lo que no se podían fabricar más vehículos). Esto afectó directamente a la planta cacereña que, ante la falta de clientes para los que trabajar, tuvo también que interrumpir su producción. Parece que, de momento, la situación ha mejorado.

La crisis del microchip viene arrastrándose desde principios del año pasado. La planta cacereña comenzó a notarlo en el mes de abril y tras el verano la situación se volvió insostenible. Ante la imposibilidad de mantenerse, en octubre la empresa decidió negociar un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) con la plantilla (actualmente cuenta con 230 empleados). Comenzó el 25 de octubre y estará en vigor hasta finales de marzo. En cambio la Catelsa solo ha aplicado este expediente durante los meses de noviembre y diciembre, cuando paró totalmente su actividad varias semanas o días alternos. Pero desde el pasado 10 de enero se han recuperado todos los turnos de trabajo (fabrica las 24 horas del día) y ha vuelto toda la plantilla.

Permiso de Trabajo

El crecimiento de la producción ha sido tal que, tal y como explica su director, Jean Luc Wisniewski, ha necesitado incluso contratar a una veintena de empleados temporales. Para ello ha solicitado un permiso a Trabajo, ya que, al estar en vigor un expediente de regulación, no podía contar con personal externo. No obstante, la empresa ha decidido mantener en vigor el ERTE hasta finales de marzo por la incertidumbre de los mercados. «En estos momentos están trabajando todos pero hay mucha incertidumbre. La semana pasada nos anunciaron que Renault (uno de sus principales clientes) iba a cerrar otra semana. No sabemos si la situación volverá a empeorar», insiste Wisniewski.

Según el director, enero y lo que va de febrero han estado al nivel de otros meses anteriores a la crisis . Y las expectativas para marzo son también buenas, pero aún persisten las dudas de cómo continuará el resto del año. En este sentido, a Jean Luc Wisniewski le preocupa el reciente anuncio de Toyota de parar las plantas de Turquía e Inglaterra durante dos semanas, lo que puede afectar directamente a su producción. «El ERTE se mantiene precisamente por esto, por si tenemos que aplicarlo en algún momento», añade. Según este expediente la empresa puede parar por días o prescindir solo de una parte de la plantilla, para adaptarse al volumen de trabajo que haya en cada momento.

Francis Villegas

«Enero y febrero han sido buenos, pero todavía hay mucha incertidumbre y siguen cerrando plantas»

Jean Luc Wisniewski - Director de Catelsa

El expediente actualmente en vigor no es el primero que presenta Catelsa, la mayor empresa de la ciudad, en los últimos dos años. El primero fue consecuencia de los confinamientos decretados por la crisis del coronavirus. Se activó en abril del 2020 y estuvo en vigor hasta junio de ese mismo año. Conllevó reducciones de jornada y suspensión de contratos, justificados por una caída de la producción de hasta un 80% debido a que los principales clientes de la planta cacereña, como Renault o Toyota, cesaron su fabricación automovilística porque el mundo estaba completamente paralizado.

Anunció despidos

Cuando estaba previsto que finalizara este primer expediente, la empresa presentó un segundo. En este caso se prolongaba hasta diciembre e incluía el despido de un 20% de la plantilla, unos 50 trabajadores. La dirección justificaba este segundo ERTE en la imposibilidad de mantener los 250 puestos que componen la plantilla hasta 2025, con las cifras de producción que tenían. En cambio, la situación mejoró de repente y recuperó su actividad normal tras el verano. Se debió principalmente al auge de la planta Stellantis de Vigo, para la que trabaja también Catelsa.

Pero pocos meses después estalló la crisis del microchip, que es consecuencia también del coronavirus. Durante el confinamiento aumentó de forma exponencial el uso de aparatos electrónicos como teléfonos móviles, televisiones o videoconsolas. La demanda fue tal que la mayor parte de los mircrochips que se utilizan para su fabricación fueron utilizados en estos aparatos; y esto ha hecho mella en el sector del automóvil, que no puede producir sin este componente. La mayor parte de los coches utilizan estos elementos eléctricos para regular aspectos como la potencia. De hecho, un solo vehículo (de los más actuales) puede llegar a contar con más de un centenar de estos microprocesadores electrónicos.