El obispo de Coria-Cáceres, Jesús Pulido, se considera a sí mismo "bastante secillo y transparente"; tiene ante sí varios retos como que Guadalupe sea extremeña y frenar la falta de vocaciones, y confiesa que es amante del puchero y de la tortilla de su madre, que según cuenta "no ha probado en ninguna parte".

Jesús Pulido nació en Santa Ana de Pusa (Toledo) el 21 de febrero de 1965 (56 años)Lleva de sacerdote 31 años, es miembro de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos (1989) y es licenciado en Sagrada Escritura y Doctor en Teología Espiritual.

El nuevo obispo de Coria-Cáceres cuenta con un extenso curriculum con todos los oficios que ha desempeñado a lo largo de su carrera como sacerdote y servidor de la comunidad cristiana. Aparte de ser autor de varios libros, ha sido consultor de la Congregación para la Educación Católica y Oficial de la Primera Sección de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. También ha sido Vicerrector del Pontificio Colegio Español de Roma y Vicerrector del Colegio Venezolano de Roma y del Seminario Mayor de San Carlos y San Ambrosio de la Habana.

Pulido confiesa que afronta la ordenación de mañana 19 de febrero con "cierto vértigo". Afirma que asume un ministerio que le sobrepasa pero que se apoya sobre todo en la confianza que procesa a la comunidad cristiana.

El toledano cuenta que uno de sus objetivos principales como obispo es combatir la falta de vocaciones en la Diócisis de Coria-Cáceres, que afrontan las nuevas generaciones. Sin embargo, aclara que “no hay recetas mágicas”. Su misión fundamental se basa en la de "sembrar y abonar la tierra", y no necesariamente la de "recoger frutos". La vocación nace principalmente en la familia. Es la familia la que transmite la fe y donde se aprende a rezar. “La pastoral vocacional no consiste en convencer, sino en invitar”.

Conocer los pueblos de la Diócesis de Coria-Cáceres

Al ser natural de Santa Ana de Pusa, está encantado de conocer y formar parte de los pueblos que conforman la Diócesis Coria-Cáceres, al ser esta también una zona rural. Quiere integrarse en su Iglesia, y ser partícipe de “sus necesidades y alegrías”.

Explica que la labor de la Iglesia en tiempos de pandemia ha sido una tarea complicada. Los sacerdotes han intentado, por encima de todo, estar cerca de sus feligreses y cubrir sus necesidades espirituales, aunque no siempre lo permitía la situación sanitaria. Sacerdotes han continuado celebrando entierros en condiciones excepcionales y compartiendo el dolor de las familias. Además, en la diócesis de Cáceres, se ampliaron las plazas de acogidas en los centros de personas sin hogar. El nuevo obispo confirma, que a lo largo de esta crisis sanitaria, la comunidad cristiana intentó, en la medida de lo posible, continuar su labor humanitaria.

No se considera muy fanático de las redes sociales aunque confiesa que tiene Twitter y Facebook, pero “casi sin actividad”. No es seguidor del  fútbol, pero se entretiene viendo el tenis y el ciclismo, y tiene como aficiones caminar, pasear y leer, que según expone “le da paz”.

Jesús Pulido se presenta como un hombre “sencillo y rural”; fiel creyente y seguidor de la comunidad cristiana, con grandes objetivos e ideas innovadoras, pero sobre todo, un gran entusiasmo a la hora de conocer e interactuar con los pueblos y gentes de la nueva comunidad que le acoge con los brazos abiertos.