San Blas clama por la reapertura del albergue municipal del edificio Valhondo, que lleva más de dos años cerrado. El alojamiento para peregrinos ubicado en uno de los accesos a la ciudad que lleva en funcionamiento desde hace casi veinte años cerró debido a la pandemia y desde el año 2020 solo tuvo actividad para acoger a personas sin hogar durante el confinamiento.

Desde entonces, el servicio destinado a peregrinos ha mantenido bajada su persiana pese a que en los últimos meses, con la relajación de las restricciones de movilidad, se ha incrementado notablemente la cifra de visitantes que ha recibido la ciudad. En relación a este asunto, el ayuntamiento, responsable de su actividad, ha manifestado este mes que por el momento el albergue no reabrirá sus puertas bajo el argumento de que en la ciudad ya existen servicios privados que atienden esa demanda.

En la actualidad, la capital cacereña solo mantiene abierto un albergue con similares características ubicado en la calle Margallo y destinado a los peregrinos. «El objetivo del ayuntamiento no es competir con el resto de operadores turísticos, sino dar servicios donde no se están prestando», sostuvo en declaraciones públicas el alcalde cacereño Luis Salaya. 

Ante estas declaraciones del ayuntamiento, los vecinos de la barriada han mostrado su disconformidad de forma unánime. Según pone de manifiesto a este diario el portavoz de la asociación de vecinos de San Blas, José Luis Gibello, urgen a que se reabra con la función que ha cumplido hasta ahora. «Creemos que el ayuntamiento debería ofertar ese servicio público aunque existan otras ofertas en el ámbito privado, no se puede agarrar a que existe una oferta privada, la obligación de la administración exige una responsabilidad social en cuestiones como la democratización del ocio y ese albergue puede servir para peregrinos con menor poder adquisitivo si una persona que llegue a la ciudad no puede permitirse ir a un hotel».

 En relación al coste, cuando se inauguró en febrero de 2003 alojarse  en las instalaciones tenía un coste diario de 13,22 euros. A día de hoy el único servicio similar a este servicio municipal, el albergue Las Veletas cuesta una media de 28 euros la noche.

En ese sentido, Gibello defiende que por un lado, el albergue «debe retomar su actividad con el establecimiento de hostelería» y por otro lado incluye un apunte que también reclaman los vecinos sobre que el edificio que use de forma pública como espacio para la barriada. «Habría que cubrirlo de actividades», sostiene. Para decidir qué utilidad podría tener, plantea que pueda organizarse «proceso participativo real» en el que los residentes del barrio puedan decidir de manera activa a qué quieren destinarlo.

 La de ahora no es la única queja que han puesto sobre la mesa los vecinos sobre el albergue, ya que en reiteradas ocasiones han lamentado su abandono. Por el contrario, sí sigue funcionando las inmediaciones como aparcamiento para caravanas, que además se ampliará tras el acuerdo con la diputación.