Fue una carrera de fondo. Siete años en los que todo Cáceres remó a favor de conseguir la Capitalidad Cultural Europea en 2016. Siete años en los que muchos tomaron conciencia de que, uno a uno, podían ayudar a la ciudad poniendo puntos de colores en el balcón, aupando la candidatura en internet, acudiendo a los actos de promoción... No pudo ser. Cáceres no pasó la primera criba. Tampoco llegaron algunas infraestructuras prometidas para aquel reto como el AVE o el aeropuerto. Pero sí quedaron otras consolidadas: la joya del Museo Helga de Alvear, la transformación del Auditorio como Palacio de Congresos, la Escuela Superior de Artes Escénicas, la reforma de las plazas del Duque, Santa Clara, la Soledad y sobre todo la plaza Mayor, la rehabilitación de locales en el casco histórico, el impulso de la hostelería...

España tendrá otra oportunidad en 2031. Ese año deberá aportar una Ciudad Europea de la Cultura y ya se postulan algunas candidatas. La carrera arrancará en 2025. El ayuntamiento cacereño dice que estudiará las opciones, una prudencia lógica porque el paso deberá darlo la corporación que salga de las urnas en 2023. ¿Pero merece la pena? ¿Hay que intentarlo haya o no premio final? Este diario ha pulsado la opinión de agentes culturales y económicos: todos son favorables a dar el paso con un proyecto bien formulado.

En primer lugar, porque coinciden en que Cáceres tiene currículum más que suficiente: Tercer Conjunto Monumental de Europa con declaración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. «Sin duda, es una oportunidad para la ciudad, que podría estar perfectamente en esa carrera. Hemos visto que no resulta fácil, que hay que ir con un buen proyecto, pero Cáceres reúne todos los mimbres para hacerlo, y presentarse con garantías», afirma Francisco Palomino, director de la empresa Atakama Creatividad Cultural. «La ciudad tiene opciones, quizás nos falta liderazgo, unirnos, creerlo, sentarnos y dialogar», subraya.

De la misma opinión es José Polo, alma de Atrio junto con Toño Pérez. «Claro que merecería la pena, sería interesantísimo, pero desgraciadamente el único proyecto con atracción internacional a día de hoy es el Museo Helga de Alvear, muy potente», declara. « Harían falta más iniciativas que no se han llevado a cabo porque Cáceres está abandonada. Mis clientes me preguntan qué pasa, por qué todo se vende, se alquila... Hay provincias con importantes problemas, y algunos políticos están dejando que Cáceres muera», lamenta. «En lugar de eso, deberían trabajar seriamente en una candidatura que sería muy positiva», plantea José Polo.

Desde la Cámara de Cáceres, su secretario general, Raúl Iglesias, también lo tiene claro: «La capitalidad puede ser un gran impulso para Cáceres, no solo en el ámbito cultural y creativo, sino también en sectores como turismo o comercio». A su juicio, «la ciudad reúne fortalezas de cara a optar de nuevo al título, que sería un revulsivo para la cultura, aprovechando además el gran peso cultural que la provincia ha ganado con el Museo Helga de Alvear».

Juan Valadés, que lleva casi 25 años al frente del Museo de Cáceres, comparte la misma opinión: «La ciudad tiene los valores suficientes. Quizás falta decisión, mejor comunicación ferroviaria y un poco más de mano izquierda para que no ocurra lo mismo que la primera vez». Es verdad, reconoce, que Cáceres presenta menos peso poblacional o económico respecto a urbes como San Sebastián, que ganó el reto 2016, «y por eso mismo la capitalidad nos vendría muy bien como revulsivo, la carrera merece la pena, generaría un espíritu ciudadano de optimismo que supondría un activo muy importante».

El dramaturgo y director de escena Isidro Timón, uno de los responsables de Maltravieso Teatro, también lo apoya: «Sería positivo, aunque nos quedáramos incluso en el proceso. Resultaría interesante para dinamizar la ciudad, para unirla e ilusionarla, que falta hace. Ahí está el legado de la primera intentona. Claro que compensa», suscribe.

En 2015 sí fue posible

«Cualquier proyecto, grande o pequeño, siempre suma. Una Capitalidad Cultural Europea valdría realmente la pena porque dinamizaría Cáceres», afirma Alejandro Picardo, director del Extremadura Hotel y vicepresidente de la Asociación Cacereña de Hostelería y Turismo (Aecathur). De hecho, el sector hostelero sabe de lo que habla: «La ciudad sacó mucho provecho de la Capitalidad Gastronómica en 2015, nos dio reconocimiento internacional, salimos en medios como ‘Times’ como un destino a descubrir...». Por tanto, hay que ir a por el reto 2031, «convencidos de que podemos lograrlo», destaca.

Para Miguel Martín, titular de la cafetería Vivaldi y portavoz de la Asociación de Cafés, Bares y Restaurantes de Cáceres (Acabares), «todo lo que aporte movimiento, turismo y beneficios será bienvenido. Desde la cultura se pueden intentar proyectos muy positivos para poner Cáceres en marcha. Y lo que se haga en el camino, quedará en la ciudad», afirma, recordando el ejemplo de la Capitalidad Gastronómica: «Los restaurantes se llenaron de calidad, de clientes...».

La Agrupación de Asociaciones de Vecinos de Cáceres se une al sentir general, «siempre que haya un proyecto cuajado, sólido y creíble», porque «repercutirá en beneficio de todos», explica el presidente, Alberto Iglesias. «Esta ciudad tiene opciones, solo hay que ver el auge del turismo. Y los cacereños ya demostraron que están dispuestos a colaborar», recuerda.