Cáceres es su casa. Lo es desde hace siglos, cuando descubrieron la calidez de sus torres y el azul de sus cielos, cuando se dieron cuenta de que aquí sus polluelos echarían a volar sin miedo al abismo y coronarían la ciudad monumental con sus picos largos y sus alas blancas. Hace 30 años las instituciones comenzaron a ver un filón en el turismo ornitológico; la capital cacereña se vendía al mundo como el paraíso natural de las cigüeñas. Hasta aquí venían turistas del Reino Unido, Holanda y los países nórdicos atraídos por estas aves que llegaban en febrero y se marchaban a finales de junio.
Con el tiempo empezaron a molestar y de un plumazo desaparecían sus nidos, y con ellos sus colonias. En 1991 raro era el palacio, la torre o la iglesia de la parte antigua que no fuera hogar de las aves. Pero paulatinamente se instalaron emisores, repelentes en forma de paraguas, pequeñas construcciones que las ahuyentaron y alejaron del territorio que un día hicieron suyo.
El pasado 10 de febrero las cigüeñas volvieron a llenar la primera página de la actualidad informativa igual que antaño. Lo hicieron después de que la Diputación de Cáceres paralizara las obras de reforma de la fachada del convento de San Francisco porque afectaban a los nidos. Las vallas y los andamios se retiraron y la actuación volverá a ponerse en marcha tras el proceso de nidificación y cría, es decir, el próximo verano.
La institución provincial adoptó esta medida después de que la Consejería de Medio Ambiente advirtiera del peligro que corrían los nidos, tras un aviso de la organización ecologista SEO Birdlife. Marcelino Cardalliaguet Guerra es delegado en Extremadura de esta organización. Destaca la predisposición de la diputación en el asunto. «Colaboró en todo momento porque en ningún caso su intención era causar daño a la colonia de alrededor de 10 parejas de cigüeñas blancas que anidan en las torres del convento», cuenta el experto.
De muchos edificios se las ha echado, se han quitado sus nidos e instalado estructuras para evitar que aniden
Biodiversidad
El monasterio de San Francisco el Real, situado en un lugar ingrato en el que pocos reparan (San Francisco es una ronda estrecha, colonizada por los coches y poco explotada turísticamente), es uno de los destinos preferentes de las cigüeñas. Su bula de fundación fue dada por el Papa Sixto IV el 3 de diciembre de 1472 y es una joya arquitectónica, sede de la Institución Cultural El Brocense. «En los edificios públicos debería mantenerse la biodiversidad y el San Francisco es un buen ejemplo de ello. Siempre se ha cuidado a su colonia, consciente de que es un elemento más a conservar», razona Cardalliaguet.
«En el monasterio están sus nidos más característicos, sin duda. Cuando los claustros se abren a exposiciones hay una visión impresionante de los nidos, que se sitúan a la misma altura que el observador», indica el delegado de la organización. «En la Torre de Bujaco ocurre lo mismo. Desde ella se pueden observar otros nidos cercanos y ver a los pollos recibir alimento de los padres».
Cardalliaguet reclama «lo mismo a la iglesia. Hay una encíclica papal invitando a cuidar de la naturaleza porque es parte de la creación. La curia diocesana debería, en la protección de sus edificios, proteger también a las cigüeñas». El responsable de SEO Birdlife entiende que «son un eslabón esencial de la imagen de la ciudad», que es «la especie urbana más característica y la que da mayor visibilidad a Cáceres». Y añade: «Salvemos a las cigüeñas, convivamos con ellas y cuidémoslas como hacemos con las mascotas»
«En los edificios públicos debería mantenerse la biodiversidad», dicen desde SEO Birdlife
SEO Birdlife apela a recuperar la especie «para tener una población no excesiva, pero sí la natural». ¿A qué se debe la reducción de colonias? «Hay un factor humano, que es el cierre del vertedero al aire libre que había entre Cáceres y Malpartida. Ahora existe un ecoparque con una gestión muy distinta y el exceso de población se ha visto reducido porque ya no se alimentan de basura. Eso sí, -advierte el experto- todavía tenemos naturaleza, zonas saludables, olivares, cultivos y arroyos que hacen de la ciudad un destino principal para ellas».
Pero también existe un motivo más allá del natural que explica esta reducción y que tiene que ver con la mano del hombre. Cardalliaguet insiste: «De muchos edificios se las ha echado, se han quitado sus nidos e instalado estructuras para evitar que aniden. Un ejemplo es la iglesia de la Preciosa Sangre, donde ya no se ven».
El delegado en Extremadura reconoce que las cigüeñas son una especie que requiere una gestión «y que pueden llegar a ser molestas. Pero son cosa de todos. Antes la Junta tenía un servicio al que los particulares podían acudir si generaban problemas. Los técnicos se desplazaban y evitaban situaciones de riesgo para personas y edificios».
La cigüeña hace sus nidos todos los años en el mismo lugar, de manera que van creciendo y con el paso del tiempo hay que retirarlos cuando adquieren tamaños excesivos para que las aves vuelvan a instalarlos. Por eso la atención debe ser constante con el fin de garantizar su protección.
El viaje
La especie migratoria pasa el invierno en el sur de África y suele llegar a Cáceres en el mes de febrero coincidiendo con San Blas. Ocupan sus zonas de reproducción y permanecen hasta el verano. Sin embargo, con el cambio climático hay muchas que no migran porque los inviernos son más livianos y se quedan en Cáceres o se trasladan a otros rincones de Extremadura, o de Andalucía, lindando con la zona del Estrecho.
En cifras
Históricamente, la capital cacereña ha sido refugio de una de las mayores colonias de cigüeñas del país. El experto biológo y catedrático de la Universidad de Extremadura, José María Corrales, enumera al detalle la ubicación de los puntos en los que se han asentado desde hace décadas. Al margen de la colonia que resiste en el monasterio de San Francisco, una de las más conocidas y estudiadas que se conservan aún, las cigüeñas han repartido su presencia en diferentes cimas de la capital.
La especie migratoria pasa el invierno en el sur de África y suele llegar a Cáceres en el mes de febrero
En la actualidad, en el complejo de diputación, Corrales contabiliza hasta 12 plataformas con parejas reproductoras. También localiza tres nidos en el cementerio y otros tantos en la entrada principal de la Ciudad Deportiva y en la Universidad Laboral. En cuanto a las que se encuentran en las inmediaciones del casco histórico, hace mención a la colonia de la iglesia de Santiago, que llegó a ser la más numerosa del entorno monumental con hasta 28 nidos y 75 cigüeñas. Las obras para reforzar el tejado del templo redujeron estas cifras a apenas media decena de aves. Semejante destino sufrió la que se asentó en la iglesia de la Preciosa Sangre o el Palacio de Camarena, donde prácticamente han desaparecido en su totalidad también tras tareas de reforma. Igualmente hace mención, aunque ya fuera del núcleo urbano pero en el término municipal, a la colonia de los Arenales, donde llegó a contabilizar hasta 75 nidos y ahora se conservan apenas 13.
En datos globales, la capital registraba cuando entró en la Red Natura 2000 una cifra de entre 250 y 300 cigüeñas. En estudios europeos datados diez años más tarde, se contabilizaban menos de la mitad, entre 120 y 180 ejemplares. En 2022, veinte años después, Corrales estima un censo de no más de 40.
Entre las razones de esta disminución, hace alusión «a la mala praxis» y a la «falta de sensibilidad» de las administraciones. «En Cáceres se puede visitar una zona Zepa urbana, la avifauna es una de sus grandes riquezas y ha ido desapareciendo por la permisividad», sostiene el catedrático.
La avifauna es una de las grandes riquezas de la ciudad y ha ido desapareciendo por la falta de sensibilidad
No obstante, aplaude, por ejemplo, la decisión de la diputación de paralizar las obras y confía en que este sea el camino a la hora de proceder en el futuro.
Ya lo escribió Alberti: ‘Que no me digan a mí que el canto de la cigüeña no es bueno para dormir. Si la cigüeña canta arriba en el campanario, que no me digan a mí que no es del cielo su canto’.